En mil novecientos cincuenta y cinco Jack Finney escribió una novela de ciencia ficción titulada " The Body Snatchers " traducida al castellano como " La invasión de los ultra cuerpos " que al año siguiente se llevó a las pantallas y ha quedado como película de culto en la historia del cine.
El argumento describe a la Tierra invadida por unas semillas que han llegado a la deriva desde el espacio. Las semillas se hacen con el control de los cuerpos humanos reemplazándolos por réplicas nacidas de las vainas de unas plantas, duplicados perfectos que matan y se apoderan de sus víctimas humanas.
Una de las escenas más famosas es la del protagonista luchando por convencer a los conductores de una carretera muy concurrida de la catástrofe que se cierne sobre sus cabezas ¡ tú eres el siguiente ! ¡ tú eres el siguiente ! se desgañita sin que le hagan el menor caso.
Desde muy joven siempre me ha fascinado la idea de la posesión del cuerpo y sobre todo de la mente y no precisamente por extraterrestres de color verde venidos de galaxias remotas, cíclopes de un solo ojo y orejas puntiagudas, si no de nuestros mismos congéneres que más listos y más malos han aprovechado y aprovechan cualquier ocasión para hacerse con nuestros cuerpos y cerebros por medio de la persuasión.
Durante siglos ese dominio en forma de religión lavó las mentes de generaciones que debían someterse a las palabras escritas en unos documentos antiguos acompañados por la imposición de terrores y castigos.
Oleadas de visionarios plantaron sus semillas a través del tiempo llevando a millones de seres humanos a la extinción, en fechas tan recientes como las del siglo veinte el nacional socialismo fascista se llevó por delante a cincuenta millones de seres humanos y el comunismo al menos veinte millones en Rusia y sesenta y cinco en China, por citar algunos ejemplos.
Todo esto lo he leído en libros y visto en películas porque tuve la inmensa suerte de no existir durante aquellos aciagos años pero la imagen de esos devoradores de cuerpos persuadiendo a sus víctimas desde sus tribunas se me ha quedado congelada en la retina.
Han pasado más de sesenta años desde aquella catástrofe y en ese tiempo el hombre ha tenido tiempo de reflexionar sobre los símbolos y las consignas que arrastraron a millones de seres humanos y tratado de tener un criterio personal sobre las cosas lo que ha propiciado el vivir desde entonces en una relativa tranquilidad.
Mientras tanto durante los últimos veinte años del siglo XX la tecnología dio un paso gigantesco, imprevisible, que nos ha llevado no sólo a un nuevo siglo si no a toda una nueva era en la concepción del mundo y la forma de vivir.
El ordenador, gracias a la miniaturización, ha llegado a cada casa y con él la red de Internet, la mayor revolución mundial de las comunicaciones, algo que ha cambiado la sociedad y seguirá cambiándola abriendo otros caminos, otras fronteras aún impensables que transformarán nuestra forma de vivir vertiginosamente.
La televisión ha sido y sigue siendo la principal fuente de entretenimiento y sobre todo vehículo de persuasión tanto política como económicamente para las generaciones mayores y mucho menos para las nuevas que lo han sustituido por el ordenador, los intentos de unificar televisión y ordenador no han cuajado hasta el momento pero ya se están elaborando nuevas ideas que marchan en ese sentido.
La llegada del teléfono móvil es un fenómeno comparable al del ordenador porque no solamente su difusión ha hecho posible que prácticamente cada persona disponga de uno y pueda comunicarse con cualquier rincón del mundo a muy bajo coste sino que las últimas tendencias incorporan además de la popular cámara de fotos todas las herramientas necesarias para navegar por Internet, enviar mensajes, mantener archivos, estar, en definitiva, en constante comunicación con el mundo exterior sin necesidad de llevar un ordenador mucho más grande y pesado.
Todo esto y otras infinitas posibilidades están en desarrollo en este mismo momento dando paso a una nueva sinergia que se empieza a conocer como tecnología persuasiva que tiene su base y fundamento en la capacidad de interacción que proporcionan las nuevas herramientas tecnológicas en detrimento de la televisión que es esencialmente pasiva ya que el espectador recibe información pero no puede a su vez participar activamente o si lo hace es de una forma muy rudimentaria.
Actualmente se puede comprar cualquier cosa en Internet y cada vez que se hace queda un rastro que va definiendo los gustos y tendencias del individuo, con esa información las compañías pueden ofrecer de forma " personalizada " productos y servicios que lleguen al ciudadano, la compra de cierto tipo de automóviles, casas, viajes, etc.
Asimismo cada vez que se efectúa una llamada la compañía registra no solamente el coste sino la información básica de todos los movimientos, donde se está, a que hora, con que frecuencia, a quien se dirigen las llamadas... tienen así información vital que combinada con otros recursos puede llegar al control casi absoluto de todos los movimientos de una persona.
Las tarjetas de crédito son otra fuente de información que a nadie escapa, estricto conocimiento de la situación financiera y la posibilidad de ofrecer productos y líneas de crédito que en muchos casos terminan por controlar al individuo que puede incurrir en una grave deuda que le hace huir hacia adelante impidiéndole pagar el principal de su préstamo y quedando rehén de por vida en el pago de los altos intereses.
Por otro lado los humanos tendemos de forma natural a ser vagos y olvidadizos con lo que a no tardar mucho se multiplicarán los elementos tecnológicos que ayudarán y estimularán a las personas indicando, por ejemplo, el tiempo que se consume viendo televisión, controlando el tipo de alimentos que se tienen en la nevera, programando la hora y orden en que se toman las medicinas, cuando hay que hacer ejercicio y un sinfín de otras cosas que pueden necesitar ser recordadas.
La tecnología persuasiva o matemática de la persuasión está comenzando a incidir en las actitudes y el comportamiento de millones de seres humanos, hay en éstos momentos proyectos en marcha sobre la paz en el mundo, el cambio climático, la concienciación sobre la conservación de la selva tropical y otros muchos más coordinados a partir de las diferentes tecnologías usadas en Internet.
El envío de mensajes entre móviles puede establecer un rápido patrón de conducta para miles de personas que pueden movilizarse en un momento dado y en un breve espacio de tiempo bajo una consigna política, un lugar de manifestación, ayuda humanitaria o cualquier otro acontecimiento social.
Blogs, podcasts, chats, video, abren un universo interactivo en donde se ofrecen ideas, se persuade y se controla sin fronteras ni horarios, sin día ni noche, desde un lugar público a la intimidad del dormitorio.
Desde la pantalla sea del ordenador o del móvil se imparte y se recibe la aceptación o el rechazo del grupo, el miedo, el castigo, el premio. Y posiblemente una inmensa mayoría busca la confirmación social en lo que cree.
Los que vivimos los primeros años de la Web asistimos a un universo mágicamente libre en donde todo estaba por hacer, una nueva frontera totalmente abierta sin alambradas ni muros virtuales donde hasta el infinito todo era magistralmente puro y limpio, donde la idea universal era compartir libremente la información y hacer de la red la más inmensa y colosal biblioteca virtual del conocimiento. La única regla era "compórtate con los demás como quieres que se comporten contigo".
Naturalmente no podía durar, ante el entusiasmo general por disponer de un medio prácticamente gratis, global y libre se encendieron las alarmas de todos los gobiernos del mundo, de todas las compañías, instituciones y órganos que de un modo u otro controlan a los individuos.
La web se ha convertido en un inmenso mercado mundial en donde todo tiene un precio, todo se compra y todo se vende. Aún sobreviven muchas páginas donde la información es libre pero a medida que pasa el tiempo el acceso va sembrándose de filtros que como poco exigen identificarse. Y los gobiernos lenta pero inexorablemente van diseñando métodos para controlar el flujo de información así como la identificación de los usuarios de la red.
Nunca el hombre había estado más informado y conectado con el mundo entero y sin embargo esta globalización le está convirtiendo paradójicamente en un ser aislado pendiente de la pantalla del ordenador o el teléfono móvil que se han vuelto indispensables para la comunicación y realización de gran parte de sus tareas cotidianas.
Las compañías están incidiendo tanto en los hábitos y costumbres que en cierto modo substituyen a la familia, la persuasión tecnológica ya ha logrado que la gente conozca a su pareja por Internet, que busquen ayuda psicológica y hasta que haya lugares para la planificación de suicidios colectivos.
Mi intención al escribir estas líneas no quiere ser alarmista, aunque desde luego lo parece, yo soy el primero que disfruto con las ventajas indudables de esta tecnología y enciendo el ordenador nada más levantarme tomando mi primer café del día.
Pero muchas veces, mientras mis ojos se deslizan por la pantalla, me acuerdo de aquella película de culto " La invasión de los ultra cuerpos " y no puedo dejar de pensar que en ese mismo instante la máquina tecnológica está moviendo sus mecanismos de forma callada y certera para invadir mi mente y mi cuerpo y poco a poco ir tomando posesión y control de todo mi ser.
12.03.08
San Francisco
J. L. Medina
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