ALASKA - JUNIO - 2007
Sábado - 9 SAN FRANCISCO
Aunque a través de años de ir y venir nos hemos ido dando cuenta de que se puede viajar con mucho menos de lo que uno mete en las maletas y como consecuencia de ello hemos reducido las dos que admiten por persona en los aviones a sólo una más un bolso o mochila de mano, siempre a la hora de cerrarlas tenemos que hacer esfuerzos sobrehumanos y me pregunto sobre la maravilla tecnológica de las cremalleras que aguantan tensiones indescriptibles viniéndome pesadillas de un tremendo reventón en el lugar más inadecuado con calzoncillos y camisetas desparramados en el perímetro del desastre.
Naturalmente no es lo mismo viajar a Alaska que hacerlo a Hawaii en donde con unos pocos pingos te arreglas y sobran zapatos y botas que pueden ser sustituidos por chanclas de colores.
Ya en el aeropuerto y ante la sonrisa beatífica de la empleada de Alaska que nos pide los billetes, comprobamos con horror que la bolsa con todos los papeles del viaje, itinerarios y documentos va camino de vuelta a San Francisco en el coche de nuestro hijo. Pánico. Teléfono.
Pero él ya lo ha advertido y nos confirma estar volviendo a la terminal. Tras despedirnos de nuevo y afrontar los rigores de los controles de seguridad abordamos el primer tramo de hora y media a Seattle en donde tomamos el siguiente vuelo de tres horas y media a Fairbanks.
En éste segundo avión la gente tiene un aire menos sofisticado y la mayoría de sus caras y manos curtidas revelan una vida mas fronteriza acorde con un territorio al que aún se le denomina, no sabemos por cuanto tiempo, " La última frontera ". Sentados delante de nosotros una pareja charla mientras ella hace punto, algo que no veía desde hace años, a su izquierda un joven fornido con el cogote rapado en el que luce dos tatuajes de estrellas de cinco puntas y pendientes y anillos por toda la cara, escribe en una especie de diario de tapas de colores, por el pasillo suben y bajan esos americanos entrados en años que parecen estar muy conscientes del control de sus pantalones y refuerzan el cinturón con la seguridad adiccional de unos anchos y robustos tirantes.
Nos recibe en Fairbanks un pequeño aeropuerto con aire familiar y una sola cinta de transporte de maletas que tardan en llegar. Pero la gente charla y no se inmuta, el concepto de la prisa baja de intensidad en el momento de aterrizar en Alaska. Ocupando las paredes el sueño de un taxidermista, cornamentas y cabezas de los representantes de la fauna así como algún que otro oso de pie en su aún poderosa magnificencia dentro de una hurna de cristal.
Camino del hotel el taxista con aspecto de exconvicto, simpático y parlanchín, nos da un repaso de los aconteceres locales mientras caemos en la cuenta de que son las diez de la noche y el cielo está profundamente azul brillando el sol con toda intensidad. Estamos en el período del año en el que la luz permanece durante veintiún horas decreciento solamente entre las doce y las tres de la mañana.
Cenamos en un restaurante italiano contiguo al hotel servidos por un camarero hindú de piel muy oscura, ojos brillantes y envidiable vitalidad que nos explica que estudia medicina y ha venido con su hermana, a la que conocemos poco después, a pasar el verano trabajando en Alaska. Tendremos ocasión de volver a verle porque ambos tienen capacidad para ocuparse en tres empleos al mismo tiempo.
Nos retiramos a dormir no sin antes intentar cerrar a cal y canto las cortinas para protegernos del sol de media noche.
Domingo - 10 FAIRBANKS
Salimos hacia el hotel Pike´s en donde vamos a juntarnos con el guía y las personas con las que haremos el viaje al Denali Park. A media mañana vamos a tomar un brunch en el Pump House a orillas del río Chena.
Esta es la segunda vez que venimos a Alaska, la primera fué en mil novecientos ochenta y nueve y coincidió con el desastre ecológico del Exxon Valdéz que derramó 10.8 millones de galones de petroleo de los 53 millones que transportaba en unos setecientos ochenta y tres kilómetros de los aproximadamente cinco mil de la costa de Prince William Sound, más de once mil residentes junto a empleados de Exxon participaron en la limpieza recogiendo incluso a mano los pegotes o bolas de petroleo que cubrían toda la zona incluyendo la lenta y dificil tarea en rocas y vegetación marina. Por la noche nos juntábamos en los pocos bares de Valdéz con toda esta muchedumbre de trabajadores que a gritos y en franca camaradería trataban de relajarse y olvidar durante unas horas la negra plaga en cuya superficie flotaban miles de peces hinchados y entre las rocas aves cubiertas de petróleo se tambaleaban desorientadas al borde de la muerte.
Saliendo del Pump House para tomar el taxi del hotel viene corriendo a despedirse Harry, el camarero hindú del restaurante italiano de la noche anterior, nos hacemos unas fotos con él y nos despedimos deseándole junto con su hermana mucha suerte en sus estudios y su porvenir.
Pedimos al conductor que nos lleve a una tienda de licores para aprovisionarnos de algo de vino y bourbon ya que no lo encontraremos dentro del parque. El terreno es aquí muy abierto y debido a la escasa población las distancias de un establecimiento a otro bastante considerables. Sin embargo notamos, en comparación con nuestro anterior viaje, un incremento en los edificios de negocios, carreteras, aparcamientos.
Alaska es un vasto territorio de 1.500.000 kilómetros cuadrados, un par de veces el territorio de Texas. El primer contacto europeo ocurrió en 1741 cuando Vitus Bering lideró una expedición en el barco San Pedro bajo las órdenes de la marina rusa. Las finas pieles de las nutrias propició la creación de una asociación de comerciantes que comenzaron a operar desde Siberia hacia las Aleutianas. En 1784 se creó el primer asentamiento europeo seguido por el de colonos de la compañía Ruso-Americana hasta mediados del siglo diecinueve sin que resultase de gran provecho ni todos los esfuerzos realizados condujesen al completo establecimiento de los rusos.
El secretario de estado de los Estados Unidos William H. Seward preparó las negociaciones para la compra de Alaska llevándolas a buen termino en 1867 por el precio de 7.200.000 dólares. Los rusos andaban mal de dinero y al zar Alejandro II probablemente le importaría un rábano ese trozo de tierra mas allá de Siberia de inviernos oscuros y tierras heladas.
En aquél momento muchos republicanos pensaron que era una locura gastarse el dinero en esa compra por las mismas o parecidas razones que presumimos en el zar de las rusias y sólo un año después se aprobaron los fondos para la compra. De cualquier modo nadie prestó atención al territorio hasta el descubrimiento de oro en 1896 en el Klondike, a partir de ese momento Alaska pasó a ser una parte valiosa de los Estados Unidos de América. ¡menuda ganga! pero ésto que ahora nos parece tan obvio no lo era tanto en aquellos tiempos, tal es así, que el zar premió a su embajador con una pensión de por vida por su participación en la venta del territorio.
Esperamos con nuestra compra a la entrada del supermercado la llegada del taxi del hotel al que hemos llamado de nuevo. Le pedimos ahora que nos acerque al Museum of the North. El diseño moderno y futurista del edificio evoca imágenes de crestas alpinas, glaciares, meandros del rio Yukon, sus grandes ventanales descubren las espectaculares vistas del valle Tanana, los campos y el Denali al fondo. En su interior se conservan y protegen los tesoros de Alaska, miles de especímenes de historia geológica y biológica que hablan de la riqueza de ésta tierra.
Trabajos antiguos en marfil, cestos fabricados por los nativos, artes de pesca y caza, joyas, canoas, vestidos, utilización de las pieles. herramientas y utensilios de la vida diaria. Asimismo se hace un seguimiento cronológico de las diferentes etapas de asentamientos por comerciantes en pieles hasta la llegada masiva en la fiebre del oro, la incidencia de la segunda guerra mundial y la construcción del oleoducto desde Prudhoe bay a Valdez.
Volvemos al hotel y cenamos con el resto de viajeros con los que haremos por la mañana el camino a Denali. Después de algunas explicaciones del guía partimos en autobús para ver una sección del oleoducto que queda cerca del hotel.
El descubrimiento en 1968 de bolsas de petróleo en Prudhoe Bay inició la carrera para la construcción de un oleoducto que tuvo serios problemas para su aprobación pero que al final se llevó adelante por un escaso margen de votos. Unos 28.000 trabajadores se pusieron a la tarea de construir el oleoducto llamado también Alyeska, cruza de norte a sur 1.300 kilómetros desde el Océano Ártico en Prudhoe Bay hasta el Golfo de Alaska en Valdéz.
Su construcción representó retos muy importantes debido a lo remoto de los territorios y la dificultad del terreno, tres cadenas montañosas, rios, muchos kilómetros de terreno inestable, cenagoso y a menudo con permafrost lo que obligaba a que la conducción fuera elevada en mas de la mitad de la distancia en lugar de ser enterrada, añadiendo a esto las migraciones de caribú y alce y la actividad geológica.
Uno de los problemas que tuvieron que enfrentar los ingenieros fué el calor. El crudo sale de su depósito natural a 80 grados centígrados y viaja a través de las tuberías a 50 grados centígrados, en algunos lugares el calor generado transmitido a los postes de soporte haría fundir el permafrost y esa sección de tubo se hundiría causando un daño muy importante. Para solucionarlo se añadieron a dichos postes unas placas de aluminio que disipan el calor y el interior del tubo va relleno de amoníaco que tiene un punto de congelación mas bajo que el permafrost de tal forma que funciona incluso en las noches mas frías del invierno. Este procedimiento que en principio parece sencillo ha sido estimado por los ingenieros como uno de los grandes logros en la materia.
Otro de los problemas era el riesgo de terremotos o el desplazamiento de los tramos de tubo por contracciones o expansiones debidas al frío y al calor, para remediar este problema el oleoducto se construyó en zig - zag con lo que los tubos tienen mas margen de desplazamiento frontal y lateral.
Por último, Carol y yo estábamos interesados en saber los posibles impactos en la fauna y el guía nos contesta que aparentemente no se ha detectado ningún cambio en el comportamiento de los animales en todos estos años excepto en las migraciones de los alces que desde que se construyó el oleoducto se agrupan en los días crudos del invierno debajo de la tubería en donde parecen sentir el bienestar del calor irradiado y se desplazan siguiendo su recorrido.
La tubería de acero es resistente a un disparo pero en Octubre del 2001 un borracho conocido por sus continuos problemas con la comunidad disparó sobre una de las soldaduras de los tubos causando el derrame de unos 6.000 barriles de crudo, una hectárea de tundra tuvo que ser arrancada en la limpieza. Al interfecto le cayeron diez años en el talego y una multa de 10.000 dólares.
Lunes - 11 FAIRBANKS - DENALI NATIONAL PARK
Después de tomarnos unos huevos en la cafetería del hotel y charlar con el camarero cubano, nos reunimos en el autobús con el guía de la expedición Todd Jensen que con cara de sueño saluda e informa sobre las ocupaciones del día que consisten básicamente en sentarnos en un primer autobús que nos llevará durante un recorrido de dos horas y media a la entrada del parque para luego abordar un segundo vehículo, en éste caso un autobús escolar algo reformado, que nos adentrará por la taiga y tundra del Denali Park hasta completar las noventa millas del recorrido al North face Lodge a la sombra del monte McKinley en donde pasaremos los próximos cinco días.
Mientras recorremos el primer tramo de nuestra etapa matinal, con frecuentes baches producidos por el derretimiento en ciertos puntos de la capa de permafrost, repaso mentalmente algunos retazos de la historia de Alaska ayudado por la visita reciente al Museum of the North en Fairbanks.
Cuando los comerciantes de pieles rusos se establecieron en Nulato en 1834 abrieron una ventana para el cambio de los indios Athabascan que habitaban las márgenes del río Yukon. Los setenta años que transcurrieron desde entonces hasta el establecimiento de Fairbanks como centro comercial y minero fue un período vital para tres generaciones de mujeres. Sus biografías ilustran el impacto del cambio social en su contacto con tratantes de pieles y la ola humana en busca de oro.
Las mujeres Athabascan jugaban un papel crucial en la vida diaria en un entorno tan severo. Todos conocían las tareas diarias y anuales del ciclo de la vida pero muchas de estas tareas estaban separadas por sexos. Las mujeres tenían que ocuparse de todas las tareas básicas del hogar y los vestidos, recolectar plantas medicinales, ocuparse de cocinar y poner trampas para cazar animales pequeños. Por su lado los hombres se encargaban de la caza mayor, las relacciones comerciales con otras tribus y los ritos y ceremonias.
Los Athabascan establecieron elaboradas rutas de comercio a través de Alaska conectando con los nativos de Siberia, Canadá, y British Columbia. Viajar, comerciar y relacionarse con otros grupos era la base de su existencia hasta la llegada de los europeos. Los Tlingits comerciaban con conchas para hacer pasta dental, tabaco y aceites mientras que los Athabascans trataban con pieles, vestidos, canciones, leyendas e historias, extendiendo su comercio a las gentes de Siberia a través de intermediarios Inupiats.
El matrimonio era el eje central de la vida social y cada mujer debía tener un marido. Los padres, con ayuda de los mayores de todas las comunidades, planeaban y disponían los matrimonios que en muchos casos se realizaban con hombres y mujeres de grupos muy alejados de su territorio. La llegada del hombre blanco al Yukon pareció satisfacer los deseos de los nativos que vieron en las armas el inmenso poder al que podrían acceder en la actividad de la caza.
Muchas de las mujeres Athabascans que se casaron con los primeros comerciantes y mineros blancos lo hicieron en la absoluta ignorancia de las costumbres occidentales. Durante el período de la compra de Alaska hasta el descubrimiento del oro los hombres blancos sin prestar atención al color o la raza se casaron con nativas y rusas estableciéndose a lo largo del Yukon. Mas tarde, con la llegada de mujeres blancas, cambiaron las actitudes, a partir de la primera guerra mundial las asociaciones de nativas comenzaron a reclamar tierras perdidas por la explotación minera y pesquera. Muchos hombres se enrolaron en el ejército par poder ver mundo y regresaron con nuevas ideas.
Durante el período de 1918 a 1920 las epidemias de gripe asolaron las aldeas nativas, fue un tiempo de silencio en el que murieron cientos de personas entre ellas los jefes y mayores de los consejos de las tribus dejando a las familias completamente desorganizadas. La gran depresión frenó los derechos políticos de los nativos, el congreso dejó de subvencionar la educación. Pero en 1924 el congreso reconoció como ciudadanos a los indios americanos con derecho a voto. De cualquier modo fue un período en el que el orgullo de los nativos estaba muy bajo y el racismo limitó el progreso de las mujeres indias.
Desde la constitución en estado de Alaska en 1959 y los movimientos civiles de los años sesenta, las mujeres se volvieron mas activas politicamente, se crearon corporaciones para controlar los recursos de las tierras y hacer oir los problemas e intereses de los nativos. Las mujeres Athabascans dejaron en la época de la fiebre del oro un legado permanente. Sus hijos, nietos y biznietos continuaron participando en el desarrollo de las comunidades en Alaska. Participar en la educación occidental les abrió las puertas a la democracia, ayudó a resolver los problemas comunales, la educación, la diversidad étnica y los derechos civiles.
Pero estos logros presentaron y presentan aún la otra cara de la moneda, en la que se refleja la pérdida de identidad que afecta más a los hombres, los problemas del alcohol que hace estragos entre los nativos, la pérdida de identidad personal y de grupo al cambiar sus hábitos ancestrales de vida nómada, recursos de pesca, creencias, modos de vida en la naturaleza que va paulatinamente dejando de ser salvaje para ser colonizada y estructurada al modo occidental a pesar del cuidado que se tiene en su preservación. Pero el progreso y cambio de vida es inevitable e irremediable y, como ha ocurrido tantas veces en la historia del mundo, el hombre ha de adaptarse a los cambios o ser arrastrado a la extinción.
Jennie Seentahna
Jennie vivía en Koyukuk en el verano de 1874 cuando sus mayores arreglaron su casamiento con Arthur Harper. Este occidental fué el primer explorador de los rios y arroyos de la parte alta del Yukon. Pasaba gran parte de su tiempo buscando oro en el White y el Tanana dejando a su esposa sola durante períodos hasta de dos años. Jennie continuó hablando su lengua koyukon y viviendo de lo que daba la tierra. Tuvieron siete hijos y seis de ellos fueron a estudiar a otros estados de Estados Unidos. Los valores de su pueblo Athabascan compartidos con sus hijos les hicieron volver al interior de Alaska, uno de ellos, Walter, fué la primera persona en coronar el monte McKinley en 1913. Se divorció después de veintiún años de matrimonio y volvió a casarse con un Athabascan con el que tuvo dos hijos. Vivió sus últimos años respetada como uno de los mayores de la comunidad volviendo al modo de vida de sus antepasados.
Margaret Mayo
Margaret tenía sólo catorce años cuando conoció y se casó con Al Mayo, un actor de circo de veintisiete años de edad. La madre antes de dar permiso al jóven para casarse con su hija a la manera Athabascan le hizo prometer que cuidaría de ella toda su vida. Al nunca rompió su promesa. De los tres comerciantes pioneros americanos, Al fué el único que permaneció toda su vida con su esposa en las tierras del norte.
Los siguientes ocho años Al y Margaret tuvieron una tienda en Tanana, mudándose después a Fort Nelson y a Forty Mile. La familia se asentó permanentemente en Rampart en 1897 siguiendo el descubrimiento de oro regentando un hotel y una tienda. Educó a sus hijos tanto al modo occidental como al Athabascan y además de influir positivamente en las dos comunidades llevaba el cuidado de la casa y ejercía de comadrona y enfermera.
Durante un tiempo en que los nativos morían de epidemias y tenían dificultades en adaptarse a la invasión de los blancos, tuvo once hijos mandando cinco de ellos a estudiar a otros estados. Muchos de sus hijos y descendientes continuaron viviendo una vida rural a lo largo del rio Yukon.
Katherine James McQuesten Satejdenalno
Katherine fué una de las primeras Athabascans en casarse con un americano. Kate nació en 1860 de una madre Koyukon Athabascan y padre ruso, fué educada en una misión rusa hablando Koyukon y ruso.
Tenía dieciocho años cuando se casó con Napoleón Jack McQuesten, durante los siguientes veinte años viajaron arriba y abajo del río Yukon estableciendo puestos comerciales. Tuvo once hijos. Establecieron una tienda en Circle City pero con la fiebre del oro de Klondike toda la gente se marchó a Dawson. Decidieron mudarse a Berkeley en California. Después de la muerte de su marido en 1910 Kate supo seguir adelante gracias a su experiencia en los negocios y su considerable patrimonio. Vivió con sus dos hijas en su mansión victoriana hasta su muerte.
A lo largo de éstas primeras horas de viaje abetos, pinos, alerces y abedules van pasando delante de nuestros ojos junto a algunas casas y cabañas de troncos salpicadas a lo largo de las ondulaciones del terreno bajo un fuerte sol que nos acompañará hasta muy entradas las horas de la noche. Sufrimos frecuentes parones que hay que tomarse con calma ya que es durante el verano cuando se atacan las obras públicas las veinticuatro horas del día para recuperar el tiempo perdido durante el crudo invierno.
Nombre como Funter Bay, Minidoka, Killisnoo o Puyallup pasaron a ser parte de la herencia dolorosa de muchos Japonés - americanos y Aleutianos. La segunda guerra mundial llegó hasta su retirado mundo como una tormenta huracanada del Pacífico norte separando y cambiando de vida a las familias.
El ataque del siete de Diciembre de 1941 por los japoneses en Pearl Harbor enconó la erupción de racismo y miedo haciendo que el público pidiera al congreso el internamiento de los japoneses - americanos debido a un supuesto peligro para la seguridad americana. El presidente Franklin D. Roosevelt en febrero 19 de 1942, diez semanas después de declarada la guerra, autorizó a deportar a los japoneses - americanos a campos de internamiento. Mas de 120.000 procedentes de Alaska, Arizona, California, Oregón y Washington fueron enviados a los campos aunque no se constató ni un sólo caso de terrorismo entre los Japoneses - americanos.
Debido a la posición estratégica de las islas Aleutianas el gobiernó pensó que serían un objetivo militar para los japoneses. El 3 de Junio de 1942 el bombardeo de Dutch Harbor seguido de la invasión de Kiska y la captura de 42 aleutianos precipitó la evacuación de las islas Pribilof, los aleutianos tuvieron que dejar todos sus enseres y los militares quemaron las poblaciones para que no cayesen en manos enemigas.
La evacuación se llevó a cabo en desorden y los nativos no encontraron lugares donde permanecer con mínimas garantías sanitarias, comida y refugio. Muchos murieron o resultaron con lesiones permanentes.
En Abril de 1945, tres años después, fueron devueltos a sus islas donde encontraron sus casas asaltadas y destruidas. Los 42 Aleutianos que fueron hechos prisioneros por los japoneses pasaron la guerra internados en Japón, malnutrición, hambre y tuberculosis diezmaron a los aleutianos, veintidos de ellos murieron en cautividad.
Los Japoneses - americanos vivieron en campamentos masificados sintiéndose avergonzados y traumatizados de ser internados en campos de concentración en su propio país y sin que hubieran cometido ningún crimen. A diferencia de los campos Aleutianos la comida era buena y estaban provistos de ropa para el invierno. El mayor problema era la falta de atención médica, algunos internos murieron por enfermedades infecciosas.
En 1943 el gobierno y las autoridades militares consideraron que los internos no eran ningún peligro para la seguridad pero se postergó su salida de los campamentos hasta Diciembre de 1944. Sólo el treinta y cinco por ciento regresó a Alaska y el resto se estableció en Seattle y San Francisco ya que el esfuerzo de volver a aldeas remotas e iniciar de nuevo sus negocios suponía una tarea muy árdua.
En 1988 el gobierno se disculpó formalmente por el mal trato y la retirada de sus derechos civiles, en consecuencia, entregó a cada Aleutiano superviviente de la evacuación doce mil dólares y a cada Japonés - americano veinte mil dólares. La corporación Aleutiana recibió quince millones y se constituyó un fondo de cinco millones para restaurar las iglesias dañadas durante la guerra. Uno de los legados de los internos es la esperanza de que algo así no vuelva a ocurrir.
Llegamos por fin a la entrada del parque donde cambiamos de autobús, en el parque sólo están permitidos los autobuses escolares a los que se les ha dado más espacio entre asientos para comodidad de los viajeros. Sube una Ranger a darnos la bienvenida e informarnos de algunas de las normas a seguir dentro del parque y emprendemos la marcha. Nos quedan por delante ciento cuarenta y cuatro kilómetros de camino de tierra apisonada hasta las cabañas en la cara norte a la sombra del Monte McKinley en pleno centro del Parque Nacional Denali.
Durante los primeros kilómetros dentro del parque la Taiga compuesta por bosques de alerces, pinos y algún que otro grupo de árboles de hoja caduca en las márgenes de ríos o en lugares donde ha habido incendios, típica de las zonas cercanas al círculo polar ártico, va cambiando según aumenta la altitud hacia el fascinante mundo de la Tundra, compuesta por arbustos enanos y flores diminutas adaptadas a un período de crecimiento de estaciones muy cortas. Hay dos tipos de tundra, la húmeda y la seca, con millares de gradaciones entre ellas. La tundra húmeda varía en su composición, algunas zonas se componen de matas de hierba y juncias, otras de arbustos enanos de abedul, sauces y alisos.
Hay praderas abundantes en lugares donde la humedad del suelo es alta y en las zonas mas secas sólo crecen plantas ralas en terrenos áridos de roca. Rosas de montaña, musgos, saxifragas blancas, amarillas y rojas y nomeolvides se extienden por las superficies rocosas ofreciendo un manto de flores delicadas. Muchas de éstas pequeñísimas flores viven muy pegadas al terreno creando su propio microclima, a mas altura son reemplazadas por líquenes y musgos. Aunque de poco tamaño, todas estas plantas son muy importantes para el mantenimiento de muchas especies animales grandes y pequeñas.
Las inmensas extensiones de tundra y taiga se abren delante de nosotros, el día está soleado a ratos y el fuerte viento trae nubarrones que descargan durante poco tiempo pero con fuerza sobre los cristales del autobús.
A pocos kilómetros adentrados en nuestro recorrido hacemos varias paradas para observar puntos diminutos de color blanco en las montañas, son cabras con sus corderos que a medida que va cediendo la nieve de las cumbres escalan a cotas mas elevadas. Mas adelante tenemos nuestros primer encuentro con una osa y sus dos retozones oseznos, en el profundo silencio del autobús sólo se oye el clic de las máquinas fotográficas que echan humo en éste primer encuentro.
A lo largo de la tarde volvemos a realizar otras paradas para observar osos marrones y una pareja de osos negros todos ellos con sus crías. Sobre las siete, algo cansados pues llevamos en autocares desde muy temprano, hacemos una parada junto a un anchuroso río para cenar.
Mientras estiramos las piernas, varios miembros de la espedición preparan una cena fría consistente en salmón ahumado de varios tipos, fletan, ensaladas, embutidos y pepinillos, infusiones de té y cacao que animan y aportan energía en éste atardecer que comienza a enfriar y del que nos protegemos con chubasqueros ante la lluvia fina pero persistente.
Continuamos camino durante otro par de horas para llegar finalmente a las cabañas de la cara norte. Sentados en el comedor ante un refrigerio de pastel, fruta y bebidas calientes, se presenta el personal explicándonos las actividades de las que están encargados individualmente.
Es hora de retirarse a descansar no sin antes echar un vistazo a los libros de la pequeña pero bien surtida biblioteca.
Martes - 12 DENALI NATIONAL PARK
Un primer vistazo al levantarnos a las seis y media nos muestra una pantalla de nubes delante del McKinley, caen unas pocas gotas y la temperatura es fresca ayudada por la brisa aunque en los ratos que luce el sol hace calor y pasamos el tiempo quitando y poniendo capas de abrigo.
Durante el desayuno se deciden las posibles rutas a tomar durante la mañana, nuestro grupo se adentrará en una zona de tundra que desde lejos parece fácil pero que una vez en ella descubrimos que consiste en terreno muy desigual, esponjoso, seco y otras veces húmedo en el que hay que caminar con botas de goma altas por los frecuentes humedales. El avance es muy lento entorpecido por ramas y matojos que se enredan en los tobillos. Los mosquitos nos acompañan con su más que molesta presencia atenuada a ratos por las ráfagas de viento que los dispersa. Algunos se protegen con mosquiteras que les cubre la cabeza, otro se enfundan en trajes completos de fina red pareciendo habitantes de otros planetas, nosotros decidimos rociarnos con un repelente de mosquitos que para mi alegría descubro es totalmente eficaz y llevaré conmigo como el más preciado tesoro durante toda la estancia en el parque.
No es tema baladí el de los mosquitos que además de hacer la vida imposible transmiten enfermedades muy peligrosas y mortales en muchos paises. Preguntamos por la posible incidencia en ésta zonas subárticas del virus West Nile y parece ser que no se ha detectado su presencia hasta la fecha pero sí en Nova Scotia, Quebec, Ontario, Manitoba, Saskatchewan, Alberta British Columbia y Yukon, con lo que parece, sin ser experto en el tema, que es cuestión de tiempo el que llegue hasta el parque.
Nuestra guía nos comenta que no todo es malo en el mosquito, gracias a ellos se efectúa la polinización durante el verano cosa que a todos nos parece muy bien y atenúa nuestro odio por esta clase de díptero.
A lo largo de la mañana observamos la diversidad de diminutas flores que habitan la tundra, azules y violetas, rosas y rojas, amarillas, blancas, crema y verdes. Diferentes clases de moras, coníferas y arbustos, pequeños árboles de hoja caduca.
También podemos ver algunos pájaros aunque no con frecuencia. En el parque hay unas ciento sesenta y seis especies repartidas en las diferentes estaciones del año, al ser un parque de dimensiones tan enormes no es fácil localizarlos.
Después de unas seis horas de marcha con descanso para comer un sandwich regresamos lentamente hacia el autobús, por el camino encontramos un globo meteorológico con aspecto de llevar tiempo entre los arbustos, lo metemos en una bolsa de plástico y lo llevamos a la estación del ranger.
Antes de regresar a las cabañas nos acercamos en autobús hasta el final de la pista al pueblo de Kantishna compuesto por unas pocas construcciones de madera al lado del río y una corta pista de tierra desde donde se puede volar en pequeñas avionetas hasta la cumbre del monte McKinley, o disfrutar del panorama de glaciares y nevadas agujas de granito y valles cubiertos de cientos de lagunas y humedales.
Kantishna está situada a continuación del lago Wonder y en las márgenes del Moose Creek, con el descubrimiento de oro en Glacier Creek en 1905 se establecieron algunos campos mineros en ésta pequeña población llegando a superar en aquel verano las dos mil personas. Hoy no pasan de los ciento treinta y cinco residentes durante el verano quedando el pueblo vacío a lo largo del período invernal.
Volvemos a echarnos una siesta y nos levantamos para la cena y resumen de las actividades del día. Se sirve un delicioso salmón acompañado de verduras, pan reciente preparado en los hornos de la espaciosa y agradable cocina adjunta al comedor y postres contundentes con cremas calientes y frutas para aquellos que tienen un paladar dulce y pueden permitírselo.
Después de la cena en el espacio para los cafés y los cordiales nos sentamos en torno a Jill Fredston y su marido Doug Fesler, expertos en avalanchas, que ha traído a sus padres a pasar unos días al hostal con motivo de sus bodas de oro.
Jill nos hace una presentación de su libro ¨ Rowing to Latitude ¨ que cuenta sus viajes durante el verano remando y explorando la costa de Alaska, Canadá, Greenland, Spitsbergen y Norway. Como comenta, ésto viajes no son una escapada ni un período de vacación sino una forma de vida.
Tras relajarnos en nuestra cabaña con un rato de lectura, nos dormimos hasta las seis de la mañana, hora en la que emprenderemos un nuevo día de actividades por el parque.
Miércoles 13 DENALI NATIONAL PARK
Tras la toma de decisiones durante el desayuno decidimos recorrer parte del parque en furgoneta con pequeñas incursiones andando para detectar la fauna y continuar la observación del terreno y la flora.
Primavera, verano y otoño aportan un respiro a la larga estación subártica de frío profundo. Para la mayoría de los animales éste período es el mas intenso en la busca de alimentos para sobrevivir el resto del año.
Las cabras pastan en la tundra alpina, el caribú migra desde el sur y noroeste del McKinley donde tienen sus crías hacia sus tierras de invierno al norte del parque, el número de la manada ha fluctuado mucho desde los años treinta en que se contaban por miles de cabezas a las actuales que suelen estar compuestas por alrededor de unas veinte.
Los alces no van en manada, los machos se ven en grupos de tres o cuatro o solos hasta que se emparejan. Las crías nacen en Mayo y permanecen con las madres uno o dos años. Durante la primavera se alimentan de los sauces y cualquier tipo de vegetación verde. Es peligroso aproximarse a las hembras con crías que vigilan ante cualquier peligro.
Es muy raro ver lobos pero juegan un papel muy importante en el parque, durante el invierno cazar en manada pero a menudo se les ve en solitario. Nosotros no hemos tenido la suerte de verlos.
Los osos pardos son omnívoros, comen raices, hierbas y plantas herbáceas, bayas, ardillas, crias de caribú y alce y ocasionalmente carroña. Abundan en el parque y las hembras suelen ir acompañadas de dos y hasta tres oseznos. También hay gran variedad de mamíferos mas pequeños, zorros, comadrejas, wolverines, que en español se les llama glotón, chita o guepardo y también lobezno, no estoy muy seguro de cual será la acepción mas correcta, y también linces, marmotas, puercoespines, castores, musarañas, ratones de campo y otros tipos de roedores.
Los pájaros, como ya he comentado anteriormente, son muy variados y la mayoría migran a distancias muy grandes como Antártica, Africa o sudamérica. En la tundra es fácil ver la perdíz blanca o ptarmigan que representa al estado de Alaska, buhos y aguiluchos en busca de roedores y en las alturas aguilas doradas y halcones. En los bosques de abetos gansos, chorlitos, cuervos y gaviotas entre otras muchas especies.
Con las temperaturas frígidas del invierno algunos pájaros como el ptarmigan, roedores como la comadreja o lagomorfos como la liebre, continuan su lucha por la vida en condiciones extremas. Pero la escasez de comida y las condiciones atmosféricas hacen que la vida entre en un compás de espera, los osos, que han engordado durante el verano, permanecen dormidos o en un profundo torpor durante casi todo el invierno, ardillas y marmotas hibernan con sus funciones vitales al mínimo, ardillas rojas y castores subsisten de sus alijos de alimentos.
Después de una pausa para tomar algo en el campo continuamos la exploración y observación hasta las cinco de la tarde que regresamos a las cabañas. Después de la cena y los comentarios del día asistimos a una presentación sobre aves acuáticas del parque. Tras la charla nos informan que las condiciones metereológicas son idóneas para poder volar por lo que aquellos que lo hemos pedido montamos en uno de los autobuses y nos dirigimos a Kantishna donde nos esperan tres pequeñas avionetas.
Aunque son las nueve de la noche la luz no ha disminuido un ápice olvidándosenos a menudo que sólo hay tres horas de semipenumbra entre las doce y las tres de la mañana.
Enseguida estamos en el aire sobre humedales, arroyos y ríos, ascendiendo poco a poco para situarnos por encima de las nubes y girar en dirección al monte McKinley que destaca en el horizonte con su brillante blancura y los reflejos rojizos del sol que cubren la cordillera y los glaciares circundantes.
La avioneta se desliza suavemente sobre las nubes como una barca sobre las tranquilas aguas de un lago, seguimos subiendo y acercándonos al monte que nos descubre cada vez con mas precisión sus grietas y barrancos, las agujas y los perfiles de piedra como cortados por un gigantesco formón.
Nuestro piloto gira alrededor de la montaña que casi podemos tocar con la mano, observamos el campamento base de los escaladores, las rutas que llevan a la cumbre, abajo los glaciares descienden vertiginosos como una lengua de lava petrificada.
A lo largo de una hora flotamos sobre las cumbres sin decir una palabra, luego volvemos descendiendo lentamente de las nubes al verde de los valles surcados por venas de agua brillante en todas direcciones.
Pisamos de nuevo la pequeña pista de tierra y tras despedirnos del piloto montamos a toda prisa en el autobús porque la invasión de mosquitos es inenarrable.
De camino al hostal comentamos todos lo mucho que ha merecido la pena hacer éste pequeño tour por los aires.
Ya en la cama revivimos el corto viaje hasta quedarnos dormidos profundamente.
Jueves - 14 DENALI NATIONAL PARK
Oímos la campana del desayuno desde la cama. Hoy vamos a tomarnos el día con calma. Sobre las diez de la mañana y después de tomar un café paseamos hasta las construcciones de los castores en el río próximo, los mosquitos no dan un segundo de tregua.
Al fondo el McKindley dormita tras una cortina de nubes, son pocos los afortunados que pueden ver el monte en su total grandeza, aquí los días despejados son muy escasos.
Aún saboreamos la excursión de la pasada tarde a la montaña, el monte McKinley llamado Denali por los Athabascans es el mas alto en el continente americano con sus 6.194 metros. El desnivel que hay que superar de unos 4.000 metros desde el campamento base y las bajas temperaturas por su cercanía al círculo polar ártico hacen de este pico uno de los más complicados de ascender.
La montaña en si tiene 32 kilómetros, es decir 64 de ascenso y descenso mas un recorrido total por la tundra de 79 kilómetros, lo que totaliza la excursión completa en 143 kilómetros.
El recorrido se efectua sobre glaciares, aristas y planicies nevadas, cientos de grietas de todas dimensiones y aludes de nieve o hielo muy frecuentes. Las temperaturas son extremadamente bajas, hasta los 38 grados bajo cero en verano con tempestades súbitas de gran violencia.
Todos éstos factores reflejan la importancia del McKinley frente a otras montañas más altas pero sin dificultades de esta magnitud.
Volvemos para leer, organizarnos y descansar, tomamos un sandwich y dormimos la siesta. Al atardecer continuo leyendo el libro de Jill Fredston, Rowing to Latitude, que me tiene pegado a sus páginas.
Dice un adagio de la marina norteamericana que es de tontos navegar al norte del círculo polar ártico en algo que no sea un submarino nuclear. La mayoría de la gente estaría de acuerdo, pero no Jill Fredston para quien ignorarlo se ha convertido en una forma de vida.
Fredston invierte entre tres y cinco meses cada verano en la exploración de las aguas árticas y subárticas alrededor del mundo. Hasta ahora ha completado 32.000 kilómetros en jornadas por ríos y costas de Alaska, Canadá, Greenland y Norway en una barca de remos de seis metros de eslora.
En éste libro describe las aguas heladas, el hielo, las duras tormentas, el encuentro con osos pardos y osos polares y sus ocasionales añoranzas de una ducha caliente. Entre estas aventuras esta el constante reto de remar día tras día, concentrándose en el hecho de navegar y sobrevivir. Para ella y su marido el vivir en o cerca de lugares salvajes es fundamental y esa es la razón por la que eligieron vivir en Alaska. Cuanto más viajan más aprecian la belleza salvaje de Alaska, puede que sea por las medidas para conservar la naturaleza o porque lleva habitada por el hombre menos tiempo, o una mezcla de las dos. En cualquier caso, Alaska tampoco está libre de la influencia que supone el peso de la civilización.
Preparamos el equipaje porque mañana salimos hacia Anchorage, cenamos, charlamos sobre lo que cada uno ha hecho durante el día y vamos a dar un corto paseo.
Viernes - 15 ANCHORAGE
Nos levantamos a las cinco menos cuarto de la mañana. Depositamos el equipaje en la puerta para llevarlo a los autobuses. Durante el desayuno nos despedimos del personal que ha sido eficaz, amable, simpático y siempre dispuesto a satisfacer cualquier pregunta o necesidad personal.
Abordamos los autobuses con los últimos adioses y emprendemos la marcha de cuatro horas de duración hasta la entrada del parque y la estación de ferrocarril. Durante el camino y quizás debido a lo temprano de la hora, vemos osos pardos, cabras salvajes, patos y alces.
Los Euro-americanos que penetraron en éstos territorios en el siglo diecinueve encontraron a las tribus Athabascans que se dividían en diversos grupos por sus lenguas y que vivían dentro y en los alrededores del parque. Los Ahtna en el este, Denaina o Tanaina en el sur, Kuskokwim en el oeste, Koyukon en el norte y Tanan en el noreste.
Durante miles de años los Athabascans formaron grupos seminómadas en las desembocaduras de los ríos, cazando durante la primavera y hasta el otoño en colinas y montañas el caribú, cabras, alces, osos y pequeños mamíferos, recogían bayas, plantas comestibles y conservaban pescado. Con la llegada de la nieve se protegían en las cuencas de los valles más bajos.
En 1980 la legislación contempló la importancia de los nativos con su tierra preparando leyes que diesen continuidad y protegieran ese tipo de vida llevada por ellos durante tanto tiempo. La gente Athabascan, con su código de respeto a la naturaleza son los primeros en mantener éste parque natural que el congreso triplicó en tamaño y ha sido designado como reserva internacional de la biosfera.
Con todo, cada año acuden más visitantes y hoy viernes, fin de semana, nos cruzamos con una carabana de autobuses que se internan en el parque desde las primeras horas de la mañana.
Llegamos a la estación, aquí, fuera del parque, el turismo es masivo con sus largas colas para comprar comida, tiendas con montañas de peluches, camisetas, gorras y recuerdos de Alaska fabricados en China.
Abordamos el tren que nos llevará en un recorrido de ocho horas hasta Anchorage a través de ríos, bosques de abedules y abetos, cascadas y pequeñas poblaciones donde el principal vehículo de transporte es la avioneta.
El tren dispone de asientos cómodos en vagones elevados de gran visión, al final del vagón hay una plataforma abierta en la que se puede disfrutar de la brisa, el paisaje y el placer de sacar fotos de una naturaleza abierta, brillante y salvaje.
La primera línea de tren en Alaska se construyó en 1903 y se extendía a lo largo de 50 millas al norte de Seward. En marzo de 1914 el congreso decidió empezar la construcción de otro tramo de vía desde Seward a Fairbanks. Poco a poco el estado se iba comunicando, en 1915 se trasladaron las oficinas principales a Anchorage lo que hizo dispararse la población y la industria.
Durante la segunda guerra mundial el ferrocarril de Alaska servía por igual tanto a civiles como a las necesidades del ejército, En 1943 se construyeron túneles a través de las montañas Chugach creando así un acceso al puerto militar de Whittier.
En el gran terremoto de 1964 muchas de las vías quedaron afectadas con un coste de treinta millones de dólares, el ferrocarril desde sus comienzos ha cambiado de propietarios en varias ocasiones. Hoy gracias al turismo es un negocio en marcha que ofrece a los pasajeros el lujo de vagones panorámicos y restaurante de primera clase, cosa que podemos comprobar cenando animadamente con nuestros amigos Marilee y Pete.
Llegamos a Anchorage sobre las ocho y media de la tarde con mucho sol y un cielo azul totalmente raso y nos dirigimos al hotel Hilton que está muy cerca de la estación en donde coinciden varios autocares de turistas creando un inmenso tapón en los ascensores que sin embargo se afronta con paciencia y buen humor.
Cansados de una larga jornada corremos las cortinas tratando de que entre la menor luz posible y nos vamos con un libro a la cama.
Sábado - 16 ANCHORAGE - JUNEAU - M.V. SEA BIRD
Salimos hacia el aeropuerto para coger un vuelo a las siete de la mañana a Juneau. Al pasar los controles de seguridad y sin que haya ninguna razón suenan las alarmas por lo que tengo que someterme a un denigrante registro, todos comprendemos que la seguridad es fundamental y el terrorismo un enemigo implacable pero posiblemente los gobiernos deberían tratar mejor a la gente que cumple con la ley y trabajar más en otros campos para contener a los asesinos terroristas. Estoy seguro que lo hacen pero de cualquier modo viajar se esta convirtiendo poco a poco en una pesadilla.
El vuelo a Juneau es de sólo hora y media, oleadas de turistas van y vienen identificándose con sus respectivas compañías de viaje. Nos trasladamos al hotel Baranoff en donde comeremos al mediodía para después juntarnos con el resto de los componentes de la expedición en barco por el sudeste de Alaska.
Como disponemos de tiempo hasta la comida decidimos acercarnos con nuestros compañeros de viaje los Covaks al Salvation Army para ver la posibilidad de encontrar botas de agua para los desembarcos de los zodiacs en las playas.
Hace un día de sol con temperaturas agradables, Juneau es la capital del estado de Alaska con una población de 31.000 habitantes y lleva el nombre de uno de los buscadores de oro de la zona Joe Juneau, situada a nivel del mar su principal transporte es marítimo situándose a su espalda una cadena montañosa por la que discurren unos treinta glaciares incluyendo el Mendenhall Glacier que lleva retrocediendo desde hace doscientos años.
Muchos antes de que los europeos se asentaran en Norteamérica los indios Tlingit habían habitado estas tierras durante miles de años, hoy Juneau es un centro social importante para los Tlingit, Haida y Tsimshian del sudeste de Alaska.
Cuando Joe Juneau y Richard Harris encontraron oro en 1880 apareció un campo minero de la noche a la mañana que se convirtió en el transcurso de un año en una pequeña ciudad, la primera desde la compra de Alaska por los Estados Unidos. En 1906 Sitka dejó de ser la capital original de Alaska al decaer la caza de ballenas y el comercio de pieles y el gobierno se estableció en Juneau. Durante un tiempo la ciudad creció debido a los trabajos creados para mantener el gobierno pero en los años ochenta se ralentizó. Ahora se piensa que la población va a crecer muy lentamente y aunque el turismo ha crecido de 230.000 pasajeros en 1990 a 1.000.000 en 2006 con barcos ¨ megacruceros ´ que transportan turistas todos los días de la semana, sólo ha creado trabajos de temporada pero muy pocos que duren todo el año.
En consecuencia Juneau es una ciudad pequeña y agradable con mar y montaña, paisajes bellísimos y carreteras complicadas debido a la naturaleza pero que funciona sobre todo por mar y por aire, con vuelos regulares y avionetas de todo tipo que hacen funciones de taxi conectando los lugares mas apartados.
En el Salvation Army encontramos todo tipo de botas y nos llevamos dos pares por un total de seis dólares. Pete se lleva un grueso volumen que le ha costado 25 centavos y le tendrá ocupado unos días.
Volvemos dando un paseo al hotel participando de un buffet de salmón, carne asada, verduras, ensaladas y postres y nos trasladamos en autocar al aeropuerto donde se nos unen el resto de los pasajeros. Las primeras horas de la tarde las dedicamos a visitar el Alaska State Museum en donde nos recibe un gran mapa del estado en el que se situan los diferentes grupos étnicos, Aleutianos, Eskimos, Athabascans y gentes de la costa noroccidental que están representados en las diferentes galerías del museo.
Los Aleutianos con una variada colección de cestas, sombreros, modelos de kayaks y bolsos fabricados con intestinos de animales. Los Athabaskans que tradicionalmente viven en el interior, muestran máscaras, flechas y raquetas para andar por la nieve. Los Eskimales, piezas de marfíl y hueso para cazar y pescar, cestas y tambores fabricados con madera y pieles de animales así como vestidos, parkas y modelos de kayaks. Los indios de la costa del noroeste, Tlingit, Haida, Tsimshian, mantas, totems, cajas de madera alabeada y curvada para llevar objetos y comida. El museo cuenta también con galerías dedicadas a la flora y la fauna y a las expediciones rusas y el posterior período americano.
A continuación del museo nos acercamos al Mendenhall Glacier, a veintiún kilómetros del centro de Juneau. Este glaciar tuvo su punto máximo de avance hacia la mitad del siglo dieciocho, unos cuatro kilómetros mas adelante de su posición actual. El hielo retrocede entre 30 y 46 metros cada año, si sigue a éste ritmo necesitará varios siglos para desaparecer. Para que el glaciar avance el campo de hielo tiene que crecer o la velocidad del deshielo decrecer, o una mezcla de ambas cosas.
Y por fín llega el momento del embarque, tras identificarnos subimos a bordo después de saludar al capitán que nos espera al pie de la escalerilla. Dejamos nuestros objetos personales en el camarote y damos una vuelta por el barco para familiarizarnos con sus diferentes partes.
El M.V. Sea Bird es un barco pequeño, maniobrable, idóneo para éste tipo de viaje de exploración, dotado con la tecnología más avanzada en navegación y comunicaciones, capaz de llegar a lugares donde un crucero no podría acercarse. Sus equipos de zodiacs y kayaks hacen posible el desembarco en las playas más escondidas y poder navegar por la costa rocosa descubriendo la flora y fauna marítima asi como acercarse casi hasta tocar los inmensos glaciares.
En la expedición somos cuarenta y cuatro más siete naturalistas y personal del barco que sumamos un total de sesenta y dos personas. Paseando por la cubierta observo muy cerca de nosotros tres cruceros que como mínimo llevarán entre dos mil y dos mil quinientos pasajeros cada uno. Es, naturalmente, otra forma de viajar, más cercana a la diversión de las fiestas a bordo, bailes, juegos y buffets expléndidos de gran variedad de cocinas, piscinas, espectáculos, etc.
Nos reunimos en el salón y el capitán presenta a los oficiales, la tripulación y los naturalistas en un ambiente cordial de bebidas y tapas. Asimismo nos explica cómo se realiza la vida a bordo y las medidas de seguridad, tras informarnos que todos tienen que estar a bordo a las once y media, se sirve la cena.
Mientras que algunos pasajeros deciden regresar al centro de Juneau para dar un último paseo, nosotros nos retiramos al camarote.
La visita a Juneau ha sido muy interesante y entre las muchas cosas positivas también hemos podido observar grupos de nativos a la puerta de centros de acogida, aunque las autoridades se esfuerzan para que se incorporen a la forma de vida actual, muchos de ellos no saben o no pueden integrarse, la pérdida de sus valores ancestrales, la identidad, los medios de vida tradiccionales, sus custumbres, les lleva en muchos casos al suicidio o al alcoholismo. Se dan cuenta de que su forma de vida, transmitida de padres a hijos durante cientos de generaciones a llegado a su fin. El mundo sigue adelante y sólo les queda adaptarse o sucumbir.
Sobre las doce de la noche levamos ancla, el barco se pone en movimiento, la proa hacia Holkham Bay.
Domingo - 17 TRACY ARM - WILLIAMS COVE
A las seis y media de la mañana subo un par de cafés al camarote, el barco se desliza lentamente a lo largo de los treinta y ocho kilómetros de Tracy Arm y Endicott Arm para unirse al Stephens Passage, a lo largo fiordos y acantilados de más de doscientos metros. Dos glaciares, Sawyer y South Sawyer fluyen del campo de hielo de Stikine hacia el mar al frente de Tracy Arm.
Hace frío y la neblina cubre la superficie de las aguas en estas horas de la mañana, según avanzamos los trozos de hielo dispersos se convierten en grandes bloques flotantes algunos de un profundo azul que revela la compresión de hielo acumulado durante mucho tiempo.
En Diciembre de 1980 Tracy Arm y Endicott Arm entraron a formar parte del National Wilderness Preservation System a fin de mantener su espectacular belleza.
Nos acercamos hasta parar allí donde el barco ya no puede avanzar por el hielo y se disponen los zodiacs para salir hasta la base del glaciar. Para la hora del desayuno a las siete y media todo el mundo está levantado y preparado, algunos trozos de hielo golpean el casco del barco y sobre los grandes plataformas hay focas que descansan con sus crías, en otra podemos observar a media docena de águilas.
Exploramos en los zodiacs hasta cerca del frente del glaciar South Sawyer pero sin acercarnos demasiado porque cualquier desprendimiento de hielo puede hacer peligrar la embarcación, este glaciar ha retrocedido tres kilómetros en dos años, lo que se cree fácilmente al ver la cantidad de hielo flotando a nuestro alrededor.
Paramos el motor del zodiac, navegando en silencio entre los icebergs escuchando los gruñidos, chasquidos del hielo, las explosiones de las burbujas de aire liberadas de su encierro entre las capas translúcidas, el grito de las golondrinas del ártico, y de vez en cuando el estruendo de un trozo de hielo precipitándose al agua para emerger en grandes fragmentos de roca de hielo provocando pequeñas olas que nos zarandean en ese gran cóctel blanco salpicado de azules intensos.
Después de la comida mientras el barco vuelve hacia el Stephens Passage, todo el barco a las órdenes del capitán realiza un ejercicio de salvamento con los chalecos salvavidas puestos.
Por la tarde nos adentramos en otro universo diferente, los bosques de Sitka, piceas y hemlocks, estamos en las aguas de Williams cove. Mientras que un grupo hace kayaking otros nos adentramos en el bosque siguiendo las explicaciones de William.
Musgos y líquenes, alisos y sauces, tocones de árboles valiosos por su madera que fueron cortados hace más de un siglo por los rusos como parte del comercio que efectuaban en ésta región.
De vuelta al barco es hora para bebidas y tapas seguidas por el resumen del día y charla sobre las diversas experiencias vividas, a continuación la cena es servida en el comedor.
Lunes - 18 FREDERICK SOUND - PETERSBURG
Hoy navegamos por Frederick Sound tratando de avistar alguno de los grandes mamíferos acuáticos, ballenas, marsopas, leones marinos, focas y pájaros marinos.
Al mediodía llegaremos a la ciudad de Petersburg, un pueblo de unas tres mil quinientas personas situado en la punta norte de la isla Mitkof donde Wrangell se junta con Frederick Sound. A través del canal se situa la cadena montañosa costera que se prolonga a Canadá. Petersburg no es un pueblo turístico sino una comunidad dedicada en su mayoría a la pesca. Se eligió éste lugar para construirla por su proximidad al glaciar LeConte que proveía de hielo en los primeros tiempos a la industria del pescado.
Después de la comida de las doce y amarrados en el muelle de Petersburg hay diferentes posibilidades para ocupar el tiempo como visitar el pueblo, dar un recorrido en zodiac, montar en bicicleta o andar por alguno de los caminos de bosque. Carol decide hacer un recorrido en avioneta por el glaciar LeConte y los bosques y ríos que lo circundan mientras yo aprovecho para echar una siesta. Una vez de vuelta damos un paseo por Petersburg, la temperatura es buena con cielo nublado.
La punta norte de la isla Mitkof fué un campamento de pesca en los veranos utilizado por los Tlingits de la isla Kupreanof. Muchos de ellos decidieron con el tiempo establecerse permanentemente.
Petersburg recibió el nombre de un inmigrante noruego llamado Peter Buschmann que llegó hacia 1890. Construyó una conservera, una serrería y un puerto durante los años 1890 y 1900. Su familia creció y para 1910 ya era un pueblo grande habitado en su mayoría por escandinavos. En la actualidad operan cuatro conserveras siendo una de las mayores comunidades dedicadas a la pesca en Alaska.
Volvemos a media tarde al barco a tiempo de juntarnos en el salón con los demás componentes de la expedición para charlar y tomar unas bebidas. A continuación, como de costumbre, se hace el resumen del día y una vez finalizado nos encaminamos al comedor donde hoy la cena es especial, un banquete de cangrejo de Alaska seguido de postres en el salón.
Tras una pequeña charla en la cubierta del barco nos retiramos al camarote a leer y descansar.
Martes - 19 CHATHAM STRAIT - SITKOH BAY
Muy temprano y tras coger un café bien caliente, nos encontramos en la cubierta del Sea Bird que está entrando en un pequeño, estrecho fiordo en el que las piceas y hemlocks de Sitka crecen hasta el mismo borde del agua desde las empinadas colinas. Estamos en la bahía de Red Bluff.
Durante el desayuno, al que no solemos acudir pero tengo que apuntar que es excelente, con platos principales de bacón, tortilla, salchichas, patatas, varios tipos de cereales, frutas, bollos y diferentes clases de pan, el barco se encamina por Chatham Strait hacia Sitkoh Bay.
Aún con sueño en los ojos que tratamos de despejar a fuerza de café, observamos con los prismáticos la costa, alguien ha avisado sobre la presencia de algunos osos buscando alimento en las playas.
Durante el resto de la mañana continuamos la búsqueda de cetáceos a lo largo del estrecho: un grupo de orcas en la distancia, según nos acercamos a ellas descubrimos otro grupo, en éste caso de marsopas, ya no necesitamos los prismáticos porque están muy cerca de nosotros. Las orcas, que viajan juntas, se separan de repente y nadan con más energía, podemos ver la cola de una marsopa y nos damos cuenta que estamos presenciando su caza por las orcas. Mientras observamos éstos movimientos emerge una ballena jorobada y nos tememos que las orcas van a atacarla, pero vuelven a reunirse olvidándose de ella y continuan la navegación surcando la brillante superficie. Al aproximarnos a la ballena notamos que debe de estar enferma por la forma en que se comporta, pero esta vez se ha librado de las orcas y puede seguir su rumbo sin ser molestada.
A la hora de la comida anclamos en Sitkoh Bay, en la punta sureste de la isla de Chichagof, una antigua población Tlingit con una bahía más pequeña en el lado norte llamada Florence Bay, desde éste punto llegamos a la playa de piedras y pequeñas rocas en los zodiacs, nos adentramos algo en el bosque pero sin dejar la orilla lejos de nuestra vista, hemos observado varias deposiciones relativamente recientes de osos lo que indica que no deben de estar muy lejos de nosotros.
Durante esta pequeña marcha Williams, nuestro naturalista, aclara nuestras dudas y nos indica algunas plantas medicinales usadas por los nativos asi como la flora de la costa compuesta de helechos, líquenes y musgos, un microcosmos de pequeñas florecillas salvajes y algunas poco frecuentes como el lirio chocolate, todo ello bajo el manto de piceas de Sitka y hemlocks que cubren por completo los desniveles de la costa, asimismo encontramos conchas y caparazones de moluscos traídos por los pájaros o puede que por los osos.
Después del paseo hacemos kayaking en la marea baja que deja expuesta la piedra caliza de los acantilados llenos de vida marina, crustáceos, estrellas de mar, kelpe, almejas y mejillones y rocas cubiertas de percebes.
Al atardecer volvemos al barco que levará ancla rumbo norte en el Chatham Strait.
Miércoles - 20 GEORGE ISLAND AND INIAN ISLANDS -
POINT ADOLPHUS
De nuevo, muy temprano, nos situamos en la cubierta en busca de mamíferos marinos. La pesca en Alaska sigue siendo el pilar fundamental de la economía como lo fuera antes de la llegada del hombre blanco.
Cada primavera y verano miles de barcos de pesca salen en busca de salmón, arenque, halibut y otras especies, las conserveras se ponen a pleno rendimiento y pequeñas comunidades adormecidas durante el largo invierno, despiertan con la llegada de barcos y pescadores dispuestos a ganar el dinero de un año en unos pocos meses.
El halibut es abundante en las aguas de Alaska pero está estrictamente regulado permitiéndose a los pescadores una cuota de acuerdo a su historial de pesca. Algunos de éstos peces pueden superar los doscientos kilos y vivir más de cincuenta años. El salmón de Alaska sigue siendo abundante gracias a una buena gestión, pero la gran cantidad de salmón de criadero puede afectar a la población de salmón salvaje a través del debilitamiento genético y la competencia.
El salmón de granja tiene un alto costo medioambiental: contaminación del agua, propagación de enfermedades a poblaciones de salmón salvaje, grandes concentraciones de peces salvajes en su alimentación y uso excesivo de antibióticos. Además, las granjas están criando ahora salmón Chinook y Coho con lo cual el peligro para las especies salvajes es aún más importante.
Después del desayuno nos dirigimos en los zodiacs a Granite Cove en George Island. Toda la bahía está cubierta por capas de kelpe, es una zona rocosa y empinada que fué usada durante la segunda guerra mundial como lugar de observación sobre el estrecho helado y el mar abierto, quedan, esparcidos entre los árboles, algunos cañones y puestos militares herrumbrosos que recuerdan aquél triste período de guerra.
Tras de una exploración en kayak sobre las aguas cubiertas de kelpe, observando los reflejos púrpura, rosáceos y naranjas producidos por las estrellas de mar, las anémonas con sus penachos ondulando al compás del movimiento de la marea, los acantilados con racimos de percebes y colonias de mejillones irisados de tonalidades de nacar y azul cobalto bajo el efecto de los rayos del sol sobre las aguas que los bañan, llega el momento de regresar al barco para tomar un pequeño descanso y bajar al comedor para la comida del mediodía.
Pete, que se dedica a la industria y utilización del kelpe nos explica cómo este alga marina, de la que hay más de treinta variedades y vive en auténticos bosques submarinos de aguas claras, se utiliza ampliamente en la industria, en medicina, fabricación de cristales, productos manufacturados, para dar consistencia a productos como el helado, gelatinas, pasta de dientes. Nos habla de como solucionaron el problema de una conservera española dedicada a la aceituna rellena de pimiento tratándolo con kelpe para facilitar el proceso.
Por la tarde los zodiacs nos acercan a Elfin Cove, una aldea de pescadores que cuenta con una población de treinta y cinco personas y alrededor de igual número de perros. La comunidad cuenta con algunas tiendas a lo largo del entarimado que podríamos llamar paseo marítimo que serpentea entre las casas de madera y los pequeños refugios donde se cobijan las embarcaciones de pesca de las mareas y el mal tiempo. Un almacén de productos alimenticios, una tienda de ahumado de salmón, alguna de regalos y un pequeño colegio es todo lo que se puede encontrar en esta diminuta comunidad abierta al mar y rodeada de bosque profundo.
Nos llama la atención el ruido ensordecedor de un vetusto generador al aire libre que rompe con la imagen idílica del lugar. Pero nos informan que están montando nuevos equipos en el centro de la población. En efecto, puedo echar un vistazo en una de las dependencias en donde llevan muy avanzado el montaje de tres impresionantes generadores que abastecerán de energía a toda la comunidad. Pero, aunque sin ser experto se puede apreciar la calidad tecnológica de los nuevos equipos, me pregunto qué niveles de ruido y calor emanados de tan soberbias máquinas tendrán que soportar en un lugar tan reducido y de natural tranquilo.
A media tarde navegamos por las Inian Islands, un grupo de pequeñas islas con mucha vida salvaje a lo largo de sus canales, podemos observar leones marinos, aves, focas y las divertidas nutrias. Estos pequeños mamíferos fueron perseguidos sin descanso en el siglo diecinueve y parte del veinte debido a la calidad de su piel llegando casi a la extinción. En esta pequeña esquina de Icy Straits parece que han establecido una colonia y su número se está multiplicando gracias a los cuidados que hoy se toman en la conservación de las especies.
A la hora del cocktail nos reunimos, como es habitual, para resumir las experiencias del día y planear las del siguiente.
Durante la cena el Sea Bird continuará navegando las aguas de Point Adolphus, lugar donde suelen alimentarse las ballenas jorobadas que lo hacen vorazmente durante el verano para adquirir las reservas necesarias de grasa que las mantengan el resto del año ya que durante su migración a sus cuarteles de invierno en Baja o Maui comerán muy poco.
Jueves - 21 GLACIER BAY NATIONAL PARK AND PRESERVE
En 1794 el capitán George Vancouver navegando en el H.M.S. Discovery, llegó a la entrada de lo que hoy se conoce como Glacier Bay. En aquél momento la bahía estaba ocupada por una masa de hielo glacial que se extendía ocho kilómetros desde la boca del glaciar. Durante los siguientes doscientos años el hielo ha retrocedido ciento cuatro kilómetros en los cuales ha vuelto la vida, plantas y animales que han poblado de vegetación y diversidad toda la zona.
Noventa años después de Vancouver llegó John Muir que navegando en canoas con los nativos fué el primero en explorar y establecer documentación sobre éste maravilloso lugar.
En Septiembre de 1899 hubo un terremoto no muy fuerte pero que impactó en Glacier Bay destruyendo muchos glaciares. En un período de cuarenta y ocho horas la bahía se convirtió en una impenetrable masa de hielo que se extendió a lo largo de Icy Strait.
Nuestra entrada en Glacier Bay se realiza temprano, en un día frío y nublado. Nos aproximamos a Boulder Island y comenzamos a ver los cientos de cabezas de las nutrias balanceándose arriba y abajo en las suaves olas entre los grandes trozos de kelpe. Continuamos por South Marble Island donde revolotean una gran cantidad de pájaros: frailecillos, cormoranes, diferentes clases de gaviotas y águilas.
Podemos oír a los leones marinos gruñendo, disputando entre ellos un mejor sitio entre las rocas. Esto magníficos animales que se alimentan de pescado han disminuido su población de forma drástica sin que aún se conozcan las causas que posiblemente tengan que ver con la comida de que pueden disponer.
Continuamos adentrándonos en la bahía ralentizando la marcha cerca de una inmesa roca grisácena llamada Gloomy Knob en donde se pueden ver cabras salvajes subiendo por los acantilados verticales entre la niebla.
Pasamos Russell Island llegando a Margerie and the Grand Pacific Glaciers, aquí paramos para contemplar la magnitud del glaciar, de vez en cuando un trozo se desprende precipitándose en una explosión llamada por los nativos " el trueno blanco " para volver a emerger de las aguas en enormes rocas de hielo.
Permanecemos allí largo rato en silencio escuchando las contracciones de la masa de hielo, esperando un nuevo desprendimiento, viviendo unos momentos muy especiales.
Durante el resto del día navegamos por el brazo oeste de la bahía apostados la mayor parte del tiempo en la proa escuchando las explicaciones del ranger, a la llegada a Bartlett Cove y después de la cena, todos bajamos a tierra para estirar las piernas y algunos para celebrar con un chapuzón helado el solsticio de verano, se hacen fotos y todos aplaudimos a los valientes que se han sumerguido en el agua.
Viernes - 22 CHATHAM STRAIT
Temprano, con nuestro café caliente de cada mañana, permanecemos en la cubierta en busca de ballenas, orcas, marsopas o leones marinos, las ballenas jorobadas son frecuentes en esta zona, hace algo de frío y de vez en cuando penetra algún rayo de sol entre las nubes y la bruma matinal.
Anclamos en una pequeña bahía y mientras todos se concentran en el desayuno, la tripulación prepara los zodiacs y kayacs para una última salida de exploración por la línea costera y los bosques cercanos.
Al atardecer bajando por el Chatham Strait y después de aprovechar para seguir observando las aguas en busca de fauna marina, llega la hora de relajarse en el salón y dar un toque final a las experiencias compartidas durante la fiesta de despedida del capitán.
Sábado - 23 SITKA
Antes del desayuno depositamos las maletas debidamente etiquetadas en la puerta del camarote para su transporte al aeropuerto de Sitka. Son los últimos momentos del viaje, pagar algunos gastos, intercambiar direcciones. Tras saludar a la tripulación desembarcamos y nos dirigimos en autobuses al Raptor Rehabilitation Center y a visitar la iglesia ortodoxa rusa de St. Michael. Aún queda tiempo para una visita más y es al Sitka National Historic Park con una excelente colección de totems.
Ya en el aeropuerto recogemos nuestros equipajes y embarcamos en un vuelo de Alaskan Airlines a Seattle.
Domingo - 24 - Lunes - 25 - Martes - 26 SEATTLE.
Nos despedimos de nuestros amigos Marylee y Pete y cogemos un taxi al hotel. Seattle es una de nuestras ciudades preferidas, aquí hemos celebrado algunos momentos familiares que siempre recordaremos, visitado sus museos, paseado al borde del mar y, como no, sufrido sus grandes atascos de tráfico para cruzar de un lado al otro de la ciudad.
Nos quedamos en el hotel Edgewater en el muelle 67 sobre el Elliott Bay, a un paso del mercado y cerca del Space Needle, desde la habitación tenemos una vista panorámica de Puget Sound y las cumbres nevadas de las Olympic Mountains con el majestuoso Mount Rainier. Muy cerca atracan los grandes cruceros que subiran hacia Alaska con sus cargamentos de turistas.
Nuestro plan para estos tres días es sencillo: descansar. Puede sonar extraño hacerlo a continuación de las vacaciones pero como siempre las dedicamos a explorar, andar, hacer kayaking, al final solemos estar más cansados que cuando empezamos.
Con esta estrategia pasamos la primera mañana paseando indolentemente por el Farmers Market, uno de los puntos más interesantes por su colorido y ambiente local. Puestos de flores, verduras, frutas, conservas y sobre todo pescado y marisco listo para ser enviado a cualquier parte del país. Cangrejo, almejas y mejillones, ostras, halibut y salmón tanto local como de Alaska. Y desde luego montañas de deliciosas cerezas que están ahora en plena temporada.
La mañana que visitamos el mercado está rebosando de gente, son los pasajeros de tres cruceros anclados en la bahía, uno de ellos al lado de nuestra ventana del hotel. El número de cruceros que visitan Seattle se ha incrementado enormemente en los últimos años, desde seis barcos en 1999 con un total de 6.615 pasajeros a los 99 cruceros en 2003. Este año el puerto espera la llegada de 191 barcos con un total de más de 826.000 pasajeros la mayoría en el período de Mayo a Septiembre.
Aunque este incremento es beneficioso para la economía, los daños producidos por la contaminación son cada vez más preocupantes, uno de estos grandes buques produce al día 115.000 litros de basura que tienen que ser tratados antes de descargarlos en las aguas del mar. De esta basura tratada queda sin embargo una parte de sedimento o fango que según acuerdos internacionales se permite tirar a veinte kilómetros mar adentro.
Estos residuos pueden contener elementos patógenos, enfermedades, virus, y parásitos intestinales que pueden contaminar a las almejas y ostras así como a las personas que estén en contacto con las aguas. Asimismo pueden contener excesivos nutrientes que hagan crecer de forma desmesurada las algas que a su vez pueden absorber el oxígeno que necesitan los peces y otras especies.
Asimismo y debido a la complejidad del mar con sus corrientes marinas y cambios climatológicos algunas zonas pueden retener esta basura en mayores concentraciones afectando a poblaciones de aves, ballenas, delfines, nutrias y otros mamíferos marinos, crustáceos, peces y plantas acuáticas. El ecosistema marino está ya en peligro, el salmón ya no es tan abundante, los bancos de peces que habitan el fondo marino se ha reducido y el número de orcas ha disminuido en los últimos años más del veinte por ciento.
Otro de los días lo dedicamos a dar un paseo en ferry hasta Bremerton que no nos inspira nada en particular pero sí la contemplación desde la cubierta de la línea costera y las ensenadas cubiertas de árboles y casitas que se pierden entre un laberinto de lenguas de agua que rodean todo el Puget Sound.
Y de nuevo llega el momento de marcharnos, nos dirigimos a la estación de tren donde vamos a coger el Amtrak Coast Starlight que nos llevará hasta Emeryville pasando por lugares como Olympia, Portland, Salem, Eugene, Klamath Falls, Chico, Sacramento, Davis y Martínez.
Salimos sobre las nueve de la mañana y pasamos el día entero, comida y cena, durmiendo en literas para llegar a media mañana del día siguiente. Es un viaje lento que permite ver paisajes y lugares diferentes de los que habitualmente cruzamos en las autopistas.
Llegamos a Emeryville sobre las once de la mañana y transferimos el equipaje a un autobús de la compañía que nos llevará el tramo final hasta El Embarcadero en San Francisco, una vez allí abordamos un taxi a casa. Ahora podemos decir que el viaje ha terminado felizmente.
J. L. Medina
San Francisco 19.07.07
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