Viernes 27 de Marzo de 2009
Recogemos las maletas y montamos en el autobús que nos lleva al cercano hotel Marriot en Miami. Han sido cinco horas de vuelo desde San Francisco en un avión totalmente lleno, ratos de turbulencias pero por lo demás y debido a que no hemos tenido que madrugar estamos bastante frescos. Uno de los porteros del hotel nos indica un restaurante "Catch of the Day" que según él tiene un agradable ambiente latino y su nombre parece indicar un buen menú.
Pero no es así, después de jugarnos la vida cruzando la calle cuyos semáforos no respeta nadie comprendemos que se trata de un local de comida a base de fritos, platos rápidos y mucho ruido. Volvemos sobre nuestros pasos y nos sentamos en el restaurante del hotel que resulta ser una buena decisión, nos atiende un cubano amable y dicharachero que nos recomienda mojitos con palitos de caña de azúcar y elegimos un gazpacho de cangrejo picado bastante picante pero que no me resisto a tomarlo y pez espada con verduras y un puré de boniato que resulta excelente.
Sábado 28 de Marzo
Amanece algo nublado, vamos temprano al aeropuerto, mucho tráfico para ser sábado y ya en los mostradores una ingente cantidad de personas porque comienzan varios viajes de cruceros. Trato de reponerme del pánico que me produce estar entre tanta gente, filas interminables, océanos de maletas pero sorprendentemente todo se mueve con eficiencia y rapidez y pronto nos encontramos pasando los controles de seguridad, nuestro vuelo es de dos horas y media a la ciudad de Panamá.
A la llegada y después de pasar los trámites de entrada abordamos un autobús que nos llevará hasta el muelle donde está anclado el M.V. Sea Voyager. Hay un buen trozo de autopista desde el terminal al centro de la ciudad, lo primero que llama la atención es el conglomerado de rascacielos a medio terminar o sólo con la estructura exterior que se están construyendo al borde del mar, feos, fruto de la especulación urbanística, rodeados de casuchas, viviendas construidas con materiales de derribo que se hacinan en un vertedero de escombros esperando ser desplazadas por esa locura paralizada de repente por el efecto mundial del impacto económico. La pobreza urbanística entre los rascacielos abandonados muestra un panorama patético y tercermundista.
Seguimos cruzando esta parte del lado caribeño atravesando la ciudad de Colón que al parecer fue próspera en otro tiempo pero que ahora muestra unas calles sucias, roídas por el tiempo y la falta de atención, una población pobre, de aire sumiso; el resto del camino de vegetación selvática, pueblos pobres con casas que están muchas de ellas a medio construir. La gente camina por los lados de la carretera o espera pacientemente viejos autobuses escolares americanos pintados de colores chillones.
Ya a bordo del M.V. Sea Voyager y una vez distribuidos los camarotes y el equipaje nos reunimos en el salón donde el capitán nos da la bienvenida presentando a continuación a los oficiales y el resto del personal; después de la cena sube a bordo el piloto y comienza el tránsito del Canal de Panamá.
La aproximación al canal, ya de noche, muestra en la oscuridad una zona intensamente iluminada de potentes focos amarillos hacia los que nos vamos acercando lentamente hasta situarnos a la entrada de la primera de las esclusas. A los lados sobre unos modernos caminos de sirga potentes máquinas diesel construidas especialmente para guiar la maniobra de los barcos por medio de cables de acero que son fijados a la proa y la popa de los barcos ayudan en la operación de avance para salvar estos primeros niveles que harán posible a los barcos cruzar los aproximadamente ochenta kilómetros de recorrido que unen el océano Atlántico con el Pacífico en este estrecho punto entre el istmo de Panamá y el continente americano. Esta primera operación hasta llegar al lago artificial Gatún ocupa por encima de dos horas en un clima enrarecido de contaminación debida al gasoil que queman las máquinas de tracción añadida a la que generan los barcos. El lago se formó por la construcción de la represa sobre el río Chagres y es la reserva de agua que hace operar las esclusas del canal que en cada tránsito necesita un volumen de 202.000 metros cúbicos de agua para su uso.
Domingo 29 de Marzo
ESCLUSA DE GATÚN, LAGO GATÚN Y LA ISLA DE BARRO COLORADO.
La isla de Barro Colorado se formó al crearse el lago artificial Gatún, en ella se estableció el laboratorio de estudios ecológicos tropicales del Smithsonian Institute, activo en la región desde la construcción del canal para estudiar la flora y la fauna en un intento de control de las enfermedades de la zona. El instituto fundado en 1923 se mantiene como uno de los centros de investigación más importantes del mundo para los ecologistas del trópico. La mañana comienza anclados enfrente de la isla.
Desembarcamos en zodiacs y emprendemos una marcha por el bosque tropical guiados por una de las personas que trabaja en los laboratorios, el terreno es difícil y muy empinado, lleno de raíces. Más de doscientos científicos llevan a cabo experimentos en esta isla durante el transcurso del año, a lo largo de la marcha podemos ver a uno de ellos trabajando en el bosque. Ya de vuelta tras una mañana de calor húmedo comemos en el barco una sopa de tomate, ensalada y tacos de pollo y pescado frito, de postre helado. Decidimos echar una siesta mientras esperamos al piloto para continuar el tránsito del Canal de Panamá al Corte de Culebra y el último tramo de esclusas en Pedro Miguel y Miraflores. Toda la operación vuelve a repetirse hasta bajar al nivel del mar y hacia las ocho o nueve de la noche estamos ya en el océano Pacífico después de haber cruzado desde el Atlántico. Volvemos a la bahía de la ciudad de Panamá, corre una brisa fuerte que ayuda a refrescar el ambiente del calor húmedo del día.
Lunes 30 de Marzo
ISLA OTOQUE, ISLA BONA E ISLA IGUANA.
Hoy pasamos el día en el Golfo de Panamá, una gran extensión de agua en el lado del Pacífico del Istmo. Por la mañana hacemos un recorrido en zodiac alrededor de la isla de Bona, envuelta en bosque tropical, rodeada de aguas llenas de nutrientes debido a las corrientes. Un paraíso para miles de aves marinas: fragatas, pájaros bobos marrones, otros de pies azules que llenan los árboles y las rocas de los acantilados. Grupos de pelícanos cruzan en perfecta formación a escasos centímetros de las aguas, hace un día azul y soleado y las aguas transparentes rompen con fuerza sobre las rocas. En una de las islas llama la atención los restos de construcciones, tolvas herrumbrosas y cantidades de depósitos esparcidos por la playa, al parecer pertenecieron a una empresa china que recaló en una de estas islas con la intención de explotar algún yacimiento de sílice que luego era transportado en barcos, según comentarios del guía fueron en su momento expulsados amablemente por el gobierno Panameño. En las primeras horas de la tarde navegamos en mar abierto, nuestra primera jornada hacia Costa Rica. Por la tarde Carol va con un grupo a bucear a la isla Iguana mientras yo decido quedarme a echar la siesta.
Martes 31 de Marzo.
PARQUE NACIONAL ISLA COIBA
El Sea Voyager ha navegado toda la noche a través de las aguas calmadas del Océano Pacífico. El amanecer descubre el Parque Nacional de la isla de Coiba que forma parte del corredor marítimo del este del Pacífico. La isla de Coiba tiene una extensión de 271.000 hectáreas con 52.000 en tierra firme y el resto en zona marítima, aquí se encuentra el segundo mayor arrecife de coral de la zona este del Pacífico. Desde 1919 hasta 2004 esta isla fue utilizada como penal, cuando se la declaró parque nacional todos los presos fueron redistribuidos a otras prisiones y algunos que habían cumplido sus condenas se quedaron como guardas del parque debido a su experiencia de la biodiversidad de la isla. En el momento actual la isla de Coiba está controlada por las autoridades del medio ambiente que vigilan la pesca artesanal y el daño a los tiburones así como los programas de educación sobre la naturaleza de este corredor marítimo, otros parques marítimos que participan son la Isla de Cocos en Costa Rica, Malpelo en Colombia y Galápagos en Ecuador, esto permite que varias especies marinas puedan viajar a salvo y reproducirse a través de este corredor.
Nada más acabar el desayuno vamos en los zodiacs a la isleta "Granito de Oro" cubierta de arena blanca, con un par de palmeras, unos cuantos arbustos y gran cantidad de cangrejos ermitaños. Justo como salida de una historia de piratas. Entre sus aguas transparentes peces de diversos colores, peces ángel, tiburones, tortugas, morenas, y gran diversidad de otros cuyos nombres y especies se me escapan. Después del almuerzo el barco se sitúa frente a la isla y de nuevo hay tiempo para nadar, bucear y divisar todo tipo de pájaros.
De nuevo en el barco continuamos hacia el norte dejando atrás Panamá para entrar en Costa Rica, una larga navegación de ciento veinte millas hacia Golfo Dulce. Sentados en la proa del barco disfrutamos de la noche y una tormenta que ilumina las aguas hasta el horizonte. De repente vemos una luz entre la oscuridad en forma de triángulo que se desplaza por el aire descendiendo hasta el agua para desaparecer, creemos que se trata de un pájaro. El viento y los relámpagos así como la luna que de vez en cuando se deja ver entre las nubes continúan hasta que decidimos que puede más el cansancio y nos vamos a la cama.
Miércoles uno de Abril.
GOLFO DULCE Y CASA ORQUÍDEA
Al salir de nuestros camarotes sobre las siete de la mañana nos encontramos anclados enfrente de un pequeño muelle y un pueblecito cercano. Estamos pasando la aduana de inmigración en Golfito, Costa Rica, me voy al salón principal a por un par de tazas de café pero ya no queda ni café ni tazas, tengo que bajar al comedor en donde todos desayunan grandes platos de bacón con huevos, arroz, salchichas…comprendo que un buen desayuno es importante al iniciarse el día pero quizás debido al tipo de cultura en la que hemos vivido casi toda nuestra vida no estamos acostumbrados a estos desayunos copiosos, preferimos tomarnos un par de cafés tranquilamente y saltarnos el desayuno porque, de todas formas, la comida es a las doce de la mañana.
El pueblecito de Golfito está situado en un lugar precioso, rodeado de colinas boscosas en el Golfo Dulce y la línea difusa de la Península de Osa en la distancia. Al poco rato levamos ancla y nos dirigimos a Casa Orquídeas, un jardín botánico privado en la misma playa. Desembarcamos con la ayuda de las zodiacs iniciando una marcha entre plantas de jengibre, vainilla, pimienta negra, cacao, mangos, avocados, canela, papaya así como toneladas de preciosas orquídeas y todo tipo de plantas de la selva tropical. Entre los árboles un continuo concierto de pájaros y familias de monos de cara blanca buscando comida: gusanos, lagartos, algo bueno que comer, bajo las hojas de palma pequeños grupos de murciélagos duermen muy juntos colgados de las nervaduras centrales, allí encuentran frutas, néctar e insectos para alimentarse.
Durante la comida en el barco siempre hay un rato de charla con uno de los camareros con el que hemos hecho amistad, Ronald Martín Lobo, costarricense y orgulloso de sus antepasados españoles de los que nos habla siempre que tiene oportunidad. El señor Lobo es también cocinero y todos los días trae a Carol una taza de sopa preparada por él que es deliciosa pero que yo no pruebo por ser de un picante insoportable para mí.
Después de una pequeña siesta tenemos la oportunidad de explorar el río Rincón localizado en el extremos de Golfo Dulce. En zodiacs y kayaks navegamos por los manglares observando ibis, garzas, guacamayos, algún lagarto, periquitos y también perezosos y cocodrilos. Llegando a Bahía Rincón el nivel del río es muy bajo y tenemos que seguir andando hasta el puente donde termina el trayecto y hay un bar en un cruce de carreteras para tomar alguna bebida refrescante. Ya de vuelta nos damos una ducha y nos reunimos en el salón para tomar unos aperitivos antes de la cena y charlar sobre la jornada.
Jueves dos de Abril.
PARQUE NACIONAL EL CORCOVADO.
Por la mañana de nuevo en las zodiacs nuestro destino es la playa de San Pedrillo en la península de Osa. A la llegada iniciamos una marcha dentro de la selva entre un espeso bosque de lianas y árboles que proporcionan una temperatura suave mientras subimos y bajamos por el estrecho camino cubierto de ramas y maleza. Atravesamos un par de tramos de río con el agua hasta las rodillas para llegar a una pequeña catarata en la que hay un remanso donde poder bañarse bajo la mirada indolente de un cocodrilo que dormita o se desplaza lentamente por los alrededores.
Sorprendentemente no encontramos mosquitos en ningún lugar aunque recomiendan llevar algún insecticida. Durante la marcha el guía nos indica los tipos de vegetación, árboles y observamos algunos pájaros a los que es difícil ver pero se oyen con sus particulares sonidos por todas las copas y ramas circundantes.
Volvemos al barco hacia el mediodía para desplazarnos a "Las Caletas" otra playa donde desembarcamos y todo está dispuesto para una barbacoa bajo un gran toldo que nos viene muy bien porque al poco de empezar a comer descarga una tormenta tropical que resulta muy agradable mientras comemos naturalmente protegidos bajo la carpa. Después del paso de la tormenta la atmósfera es suave y refrescante y vuelve a brillar el sol con gran intensidad. Después de comer charla y tiempo para hacer fotos pasando el rato tranquilamente hasta que cada uno decide regresar al barco.
Atardecido, como todos los días, reunión para tomar una copa y después de la cena mientras el barco pone rumbo a otro destino nos sentamos en la proa a ver el mar disfrutando de la brisa y las estrellas que se vuelven más intensas con la llegada de la noche.
Viernes tres de Abril.
PARQUE NACIONAL MANUEL ANTONIO.
Por la mañana despertamos enfrente del parque nacional Manuel Antonio, el más pequeño de Costa Rica pero lleno de vida salvaje. Sapos, agutís, iguanas, perezosos, tucanes, monos, una miríada de sonidos que saltan de árbol en árbol. Hay un marea fuerte, llegamos a la playa en las zodiacs, el resto del tiempo hacemos una marcha dentro del parque tomando fotografías.
Por la tarde algunos vuelven a comprar recuerdos, otros nos echamos una siesta algo cansados de una semana intensa haciendo marchas, nadando, buceando, remando y permaneciendo siempre alerta para detectar pájaros, lagartos, observar los árboles centenarios y el entramado de lianas y flores tropicales.
En la reunión habitual el capitán se despide de nosotros, mañana desembarcaremos y cada cual hace un comentario de su experiencia y sus sentimientos por lo visto, lo vivido. Llegamos al muelle de Herradura, Costa Rica, final de nuestra semana por el mar.
Sábado cuatro de Abril.
PARQUE NACIONAL LOS SUEÑOS - CARARA, MONTEVERDE
La mañana nos despierta con un trasiego de maletas que el personal del barco va alineando en el muelle, un grupo es de los que terminan aquí el viaje y se encaminarán al aeropuerto, el otro de los que seguirán una semana más viajando por el interior de Costa Rica. Pertenecemos a este segundo grupo y por tanto no tenemos tanta prisa en desembarcar ya que se da preferencia a los que tienen que llegar a sus vuelos programados de antemano.
Así que pasamos un buen rato en la cubierta tomando café y viendo despedirse a la gente, intercambiando direcciones, teléfonos y correos electrónicos.
El número de personas en el viaje por barco era de unas cincuenta, para éste segundo tramo somos unas veinte o veinticinco. Llegan dos miniautobuses con las dos guías que nos acompañarán durante la semana, Nancy Madrigal y Jenny Villalobos.
Después de desembarcar partimos hacia el Parque Nacional Carara que nos toma unos veinte minutos, los autobuses son adecuados aunque no tienen espacio suficiente para mochilas, cámaras fotográficas, bolsos, etc. Llegamos a la reserva biológica en donde hay monos, iguanas, cocodrilos, guacamayos…pero no nos es posible ver ninguno de ellos, puede que sea porque la carretera pasa a escasos metros del parque y hay un enorme ruido de coches y camiones que no cesa un instante. De todas formas sí podemos observas termiteros y sus inquilinos transportando un trozo de hoja verde cada uno en una constante procesión desde la copa de los árboles a sus hormigueros.
Continuamos a Monteverde y al hotel donde comemos y descansamos brevemente para por la tarde visitar un interesante museo sobre murciélagos, en él hay una zona en donde viven un buen número de éstos mamíferos voladores, la visita es muy interesante en cuanto que desmitifica la mala fama que se les suele atribuir. Como anécdota señalar que entre las fotografías, dibujos y artículos hay dos escudos de las ciudades de Valencia y Albacete que enseñorean con orgullo uno de éstos quirópteros.
Nuestra segunda actividad esta tarde es una charla a cargo de un cuáquero que en los años cincuenta llegó a Monteverde, su filosofía pacifista les hizo negarse a participar en la guerra de Corea y eligieron Monteverde por su buen clima y por ser Costa Rica un país sin ejército. Los cuáqueros compraron una gran cantidad de terreno que cultivaron y finalmente lo conservaron como reserva que fue nombrada como "Reserva Biológica Bosque Nubloso Monteverde" y que ahora es un lugar de atracción turística.
Domingo cinco de Abril.
MONTEVERDE.
Bajamos a desayunar a las seis y media, justo cuando abren el comedor, hoy vamos a visitar el mariposario de Cerro Plano. Pero antes debo de decir que estamos en tierra de café, el renombrado café de Costa Rica que nos sirven cada mañana y que está delicioso además de cumplir con la tarea de despertarnos del todo porque no hay un minuto que perder. Los desayunos, comidas y cenas son todas de buffets cosa que a mí me agrada mucho porque puedes elegir y repetir si quieres de aquello que más te guste. La comida en Costa Rica es muy sana y tiene cierto parecido a la mejicana en sus productos básicos: arroz, frijoles, tortillas de maíz, carne mechada, pescado a la parrilla, todo ofrecido con variedad de salsas a escoger, tomate y cebolla picada, chimichurri, picantes, aliolis, mayonesas, etc., también hay gran variedad de verduras y tubérculos muy usados en deliciosas sopas. No faltan un buen número de frutas tropicales y zumos preparados en el momento, refrescantes y deliciosos. Y merecen especial mención los exquisitos helados introducidos por los cuáqueros en los años cincuenta cuando establecieron sus granjas de productos lácteos.
Salimos hacia el mariposario que ofrece un jardín de plantas medicinales, una colonia de hormigas cortadoras de hojas, todo tipo de insectos, en definitiva en centro dedicado a la biodiversidad.
El jardín fue fundado en mil novecientos ochenta y nueve por el biólogo Jim Wolfe y su esposa Marta Iris con el propósito de inspirar y educar a los visitantes sobre la enorme panoplia de mariposas e insectos nativos de Costa Rica. Cada uno de los cuatro recintos de mariposas representa una zona diferente de Costa Rica de acuerdo con la temperatura, altitud y vegetación, desde las zonas bajas calurosas, las medianas al borde del bosque, a las altas del bosque nublado. Hay más de cincuenta especies de mariposas incluyendo la mariposa Cálico, que es capaz de producir sonido, la Morpho azul así como la casi transparente e invisible Alas de Cristal una rara especie de la Alas de Cebra.
El formicario deja ver bajo el cristal a las hormigas llevando los trozos de hojas por sus sendas hasta el hormiguero donde la materia vegetal se descompone creando un hongo con el que se alimentan.
Después de comer y visitar el pueblo montamos en los autobuses y vamos a la reserva de Monteverde donde hacemos una excursión por un trozo selvático con observación de pájaros y monos que saltan de una copa a otra de los altos árboles llevando algunos sus pequeños hijos a la espalda.
Ya de vuelta y cuando comienza a anochecer vamos a un paseo nocturno por el bosque bajando con linternas hasta el arroyo, en la oscuridad se oyen una cantidad de sonidos diferentes a los que se escuchan por el día, entre los árboles pequeñas lucecitas se desplazan de un lado a otro y desaparecen, son los llamados clipper - beatle, un pequeño escarabajo que produce dos puntos de luz muy intensos mediante una reacción química de su estómago con los que aleja a sus posibles depredadores. Nuestro experto guía, un muchacho que vive en las cercanías, localiza perezosos en las ramas de los árboles, un mapache en un hueco en lo alto de un árbol, un gran sapo a orilla del arroyo, una enorme cucaracha de campo, hormigas voraces que no descansan ni siquiera en la noche, saltamontes y otros habitantes del bosque nocturno desconocidos para la mayoría de nosotros.
Lunes seis de Abril.
MONTEVERDE - ARENAL.
Salimos hacia Arenal parando en ruta para visitar el "Sky Walk". Aquí el bosque cobra otra perspectiva visto desde los puentes colgantes que cruzan por encima de las copas de los árboles. El espectáculo es grandioso y puede verse una inmensa masa arbórea y de vez en cuando a los monos que en las alturas saltan de un lado a otro entre el oleaje de las ramas y sus agudos chillidos.
A medio camino de Arenal paramos en un pequeño pueblo a comer en el buffet de un bar de una de las concurridas calles. Hay mucha gente del lugar que come allí y nosotros hacemos lo propio poniéndonos a la cola. Ofrecen una gran variedad de comida así que decido que me pongan un poquito de casi todo en el plato para probar. Destacan los trozos de plátano frito y las frutas y también aquí tienen los estupendos helados que ha hecho famosos Monteverde.
De nuevo en la carretera el paisaje se abre dando paso a un suave valle con una presa que suministra electricidad a toda la zona, al fondo vemos por primera vez el volcán adormecido pero activo "Arenal" su silueta se levanta impresionante dejando un penacho blanquecino en la dirección del viento. El hotel está al pie del volcán, nuestra habitación justo enfrente sólo separada por una pequeña selva, aunque da la sensación de estar muy cerca en realidad no lo está tanto pero suponemos que de haber una erupción repentina nuestras posibilidades de sobrevivir serían cercanas a cero.
Martes siete de Abril.
ARENAL
Después de tomar un par de tazas del reconfortante café costarricense subimos de nuevo a nuestro pequeño autobús para dirigirnos a la "Finca Don Juan". Nos recibe Don Juan en persona que es un costarricense de complexión breve, ojos agudos y penetrantes, de verbo fácil y claras ideas. Nuestro Don Juan ha convertido su pequeña finca tradicional, su huerta y su trapiche para la caña de azúcar en un exponente de los nuevos vientos ecológicos, orgánicos, favorables al ecosistema y demás mandangas que hoy gustan tanto. Esto además le proporciona un estipendio colateral que le vendrá muy bien para el mantenimiento de su finca, su mujer y sus hijos. Visión comercial que tiene. Bien está. Nada que objetar.
Don Juan nos obsequia con un paseo ecológico en el que la peña yanki, a la que he visto hincar el diente con fruición día tras día a las lonchas de bacón como si no existiera el colesterol, recoge judías, lechugas y yucas directamente del terruño mientras Don Juan explica cómo mezcla cultivos y hierbas para despistar a los insectos y parásitos y de esta forma no tener que usar pesticidas. Asimismo nos descubre algunos secretos como una fruta cuyo interior se usa para pintarse los labios e imprimir una cierta rubescencia a las mejillas. Don Juan, pillín él, elige a la señora más potable del grupo para pasarle el dedo por labios, ojos y mejillas y ella se queda muy contenta y complacida con el resultado.
Luego nos traslada a un techado donde guarda la leña y el trapiche y nos obsequia con un estupendo zumo extraído en directo de una caña de azúcar que corta allí mismo con el enorme machete que lleva colgando de la cintura. Tras una copita de licor también de la destilación de la caña de azúcar nos anuncia que la comida está lista. Comida, remarca, "orgánica" preparada por su mujer en una estupenda cocina de leña en un recinto - comedor al aire libre. La comida resulta estupenda y la visita a la finca Don Juan interesante y muy divertida.
Por la tarde hacemos una marcha por los puentes colgantes de Arenal, de nuevo tenemos ocasión de disfrutar del bosque y la selva desde las alturas, de vuelta al hotel descansamos y vamos a cenar al restaurante al aire libre del hotel. Antes de dormir aprovechamos para observar el volcán Arenal que lanza piedras incandescentes que rebotan por la montaña dejando estelas rojas en la noche, la luna llena, la presencia del volcán con sus fumarolas y las explosiones semejantes al ruido de una tormenta hacen que nos quedemos un buen rato absortos en la contemplación de un espectáculo infrecuente.
Miércoles ocho de Abril.
ARENAL - SARAPIQUÍ.
Partimos cruzando las llanuras del norte hacia la selva tropical de Sarapiquí, en el camino comemos en La Quinta donde nos sirven el conocido buffet con los buenos platos costarricenses. Llegamos al hotel Sueño Azul donde vamos a pasar las dos últimas noches, por la tarde visitamos la Estación Biológica La Selva, en ella se llevan a cabo experimentos por científicos de todo el mundo. En su interior hay unas mil especies de árboles, cuatrocientas veinte de pájaros, mamíferos, mariposas y cincuenta y cinco especies de serpientes. Nos advierten de que además de un buen protector solar nos pongamos repelente para los mosquitos, por otro lado tenemos que firmar con pelos y señales una hoja de descargo de responsabilidades. Las expectativas son tan altas que todos esperamos una jornada interesante. Nada más lejos de la realidad, puede que por ser la visita al atardecer cuando el guía del parque ya estaba cansado de ver turistas, o por alguna otra razón, el paseo se reduce a unos treinta o cuarenta minutos de andar a ritmo de caracol por el perímetro de la entrada del parque. La visita resulta decepcionante, al menos para mí.
Volvemos al hotel y después de darnos una ducha para quitarnos los productos con los que nos habíamos embadurnado vamos a cenar y poco después a la cama porque los días de viaje van pesando.
Jueves nueve de Abril.
SARAPIQUÍ.
Después del desayuno nos dirigimos al río Puerto Viejo para hacer rafting pero el caso es que al llegar a la orilla se nos comunica que hay muy poquita agua y que la cosa se reducirá a flotar tratando de ver la fauna que se acoge a las orillas del río. Además de salvavidas se nos obliga también a llevar casco, cosa evidentemente ridícula a todas luces, pero no es cosa de ponerse a discutir. Así que allá vamos el pelotón de turistas a lo largo del río en el que de vez en cuando vemos alguna iguana y unos pocos pájaros. Como estamos metidos en la Semana Santa es fiesta en todo el país y en esta zona la gente aprovecha para bajar al río a pasar el día con la familia y los niños. En cada recodo del río, en las playas que se forman, enormes cantidades de vecinos de los pueblos de alrededor se chapuzan, beben cerveza en la orilla o se columpian de los árboles. A nuestro paso todos nos miran riéndose y saludándonos con las manos, los chicos jóvenes nos enseñan el culo y corren al agua para hacer bombas y salpicarnos entre las risas de todos. Los más pequeños nos miran entre sonrientes y sorprendidos como si estuvieran viendo un batallón de E.T.s marcianos con casco azul que han aparecido por arte de birlibirloque para alegrarles la mañana.
La cosa no da para mucho más y nos volvemos al hotel y a descansar por la tarde.
Viernes diez de Abril.
SARAPIQUÍ - SAN JOSÉ.
Hoy nuestras guías nos informan de una carta recibida por la compañía que dice más o menos lo siguiente:
"Dos factores hacen que tengamos que cambiar los planes para este viernes. La carretera al Parque Nacional del Volcán Poas permanece cerrada desde el terremoto del pasado Enero. La alternativa en este caso es una visita al Museo del Oro en San José, pero debido a que todo está cerrado por la Semana Santa tampoco será posible. Pero el que sea Semana Santa nos da la oportunidad de ver una de las procesiones religiosas que forma parte de la cultura y la religiosidad de Costa Rica."
Bueno, a todo el mundo le parece bien, además a estas alturas del viaje el que más y el que menos está bastante cansado. De todas formas sí que me gustaría hacer un comentario y es que la compañía sabía desde Enero que no se podía ir al Volcán Poas y que el hecho de que los días de Semana Santa los museos iban a estar cerrados es público y notorio sobre todo para una compañía de viajes que realiza este recorrido cada año. Pero en fin, como digo, tampoco la gente está con muchas ganas de más actividades.
Llegamos a media mañana a San José, hace un día muy bonito y corre una ligera brisa, la ciudad está situada en un buen sitio, un extenso valle cruzado por algunos riachuelos y rodeado de montañas. Como entramos por la parte vieja de la ciudad la sensación es un poco triste, las calles son estrechas y las casas sucias y feas cubiertas de alambre de espino para impedir los robos, como es fiesta no hay nadie por la calle cosa que a la guía le parece bien porque nos dice que en los días normales el tráfico no se mueve un centímetro y hubiéramos pasado el día entero atascados en el centro. Como ella es de esta ciudad donde ha vivido toda su infancia y parte de la juventud trata de entusiasmarnos con algunos edificios importantes como el Teatro Nacional, el Edificio de Correos, la Catedral, pero todos ellos están en precarias condiciones. A medida que vamos saliendo del centro comienzan a perfilarse barrios más modernos donde está la casa del presidente o la embajada de los Estados Unidos. Ya a las afueras se construye una zona exclusiva para residentes de alto nivel, con hospitales especializados, servicios exclusivos y hasta tramos de autopista para facilitarles las cosas. Por tanto dos ciudades, la rica y la pobre. La pobre de la gente costarricense trabajadora que son los más y la rica de los altos cargos y los extranjeros con alto nivel de vida que tienen negocios o deciden pasar temporadas en éstas tierras.
Por la tarde descansamos en el hotel y preparamos las maletas, la vacación termina y al día siguiente nos iremos temprano al aeropuerto para iniciar el regreso a Miami. Aunque el viaje ha tenido algunas lagunas e imprecisiones en general ha resultado muy agradable y nos ha aportado una visión global de Panamá y Costa Rica que abre las puertas a un posible regreso.
San Francisco
16.04.09
José Luís Medina.