domingo, 8 de noviembre de 2009

NEW ENGLAND.







VIAJE POR NEW ENGLAND
6.10. 2009

BOSTON
Salimos a las nueve de la mañana de San Francisco en un vuelo tranquilo de cuatro horas y media llegando al atardecer. Vamos al centro en un taxi bajo varios de los túneles que cruzan la bahía para llegar al hotel Westin en la avenida Huntington. El ambiente es muy diferente al de California: las calles, los barrios, los edificios de ladrillo rojo, las iglesias antiguas recuerdan más a Inglaterra o a algunos barrios de New York. Sin embargo esta percepción visual tiene que convivir necesariamente y según nos vamos aproximando al centro, con las grandes torres de cristal, los rascacielos de última factura que ya ni siquiera tienen nada que ver con aquellos que en New York iniciaron su camino hacia las nubes en los años treinta del siglo veinte con sus magníficas estructuras envueltas en la belleza del Art-Deco.

El hotel es un hervidero de ejecutivos, empleados, gentes que van y vienen por la gran galería comercial y la planta principal del hotel, reuniones de empresa, bares, restaurantes y tiendas entre las escaleras mecánicas, las conversaciones de los teléfonos móviles y la música monótona y repetitiva que revolotea constantemente sobre las cabezas.

Salimos a la calle a estirar un poco las piernas y encontrar un sitio para la cena, hace fresco y bastante aire, encontramos muy cerca del hotel el restaurante " Skipjack " centrado en el pescado, los chowders y la langosta. Tenemos que esperar en el bar cuarenta y cinco minutos que aprovechamos para tomarnos sendas cervezas de la zona, de color caramelo, turbias, de estupendo sabor y paladar refrescante.

Tienen pescado al grill y un bar de comida japonesa, decidimos compartir un crabcake con guarnición de coldslow, una ensalada de langosta y pez espada al grill. De vuelta al hotel aumentan las ráfagas de viento y se prevén lluvias esporádicas para el día siguiente.

7.10.09

BOSTON

Nos levantamos tarde debido entre otras cosas a que hay una diferencia de tres horas con respecto a California. Pasamos gran parte de la mañana decidiendo que rumbo tomar y trabajando en los ordenadores. Al mediodía salimos por fin para hacer la famosa " Milla de la Libertad ". El día está desapacible, mucho viento hasta el punto de que te arrastra por la calle, bajamos andando hasta el “Boston Common Visitor Center” donde compramos una guía para iniciar el " Freedom Trail ". Todo en esta parte de la ciudad nos lleva al período de la Revolución Americana. Sería fácil perder la orientación de este pequeño mundo colonial de casas de ladrillo rojo e iglesias recoletas deglutido por la inmensidad de los rascacielos y un mundo moderno imparable que lo domina todo si no fuera por el fuerte atractivo que inspiran esos sencillos lugares donde durante quince años, de 1761 a 1775 se definieron los ideales del pueblo americano y su determinación de constituirse en nación levantándose en armas contra la Gran Bretaña.



Comenzamos en el “Boston Common”, el parque más antiguo de los Estados Unidos, los mismos o parecidos árboles que cambian sus hojas en llamaradas de rojo y alfombran de amarillo el césped presenciaron la acampada de los soldados ingleses durante la ocupación de Boston en 1775 así como asambleas, fuegos artificiales y la celebración del fin de la Revolución. Pero también fue el escenario donde los puritanos azotaban y aplicaban los castigos a piratas, asesinos y Cuáqueros que discrepaban de las creencias al uso y que eran colgados de un olmo ya desaparecido.

Una línea de ladrillos rojos incrustada en las aceras marca el camino hacia el “Massachusetts State House” terminada en 1798 en los terrenos que fueran propiedad de John Hancock donde pastaban sus vacas. Un poco más adelante se encuentra el cementerio " The Granary " donde están enterrados muchos miembros de aquella comunidad entre los cuales hay muchas figuras destacadas como los padres de Benjamín Franklin, personajes revolucionarios como John Hancock, Paul Revere y otros patriotas como James Otis y Samuel Adams. El cementerio permanece en su primitiva austeridad, con lápidas sencillas casi todas iguales colocadas en líneas sobre el césped y algún que otro árbol que les da sombra y proporciona los cambios estacionales de color.

Continuando la línea roja visitamos el “King´s Chapel and Burying Ground”, la escuela pública “Boston Latin School”, el “Old Corner Bookstore” que fue primero una farmacia y luego la "Esquina del Parnaso" donde publicaron escritores como Charles Dickens, Louisa May Alcott o Henry Wadsworth Longfellow.

Construída en 1729 la Old South Meeting House representa alguno de los hechos más representativos que llevaron a la Revolución Americana, el más importante tuvo lugar el dieciséis de Diciembre de 1773, treinta toneladas de té sujeto a impuestos estaban esperando en los barcos Dartmouth, Eleanor y Beaver. Miles de bostonianos que no querían pagar dichos impuestos se juntaron en el Old South Meeting House para discutir que debía hacerse con el té. Samuel Adams se dirigió a la multitud y poco después un grupo de hombres disfrazados de indios Mohawk fueron al puerto a perpetrar la destrucción de los 342 fardos de té.

El “Old State House” fue la residencia del gobierno inglés antes de la revolución, después la oficina del primer gobernador americano John Hancock. El edificio estaba entonces situado en el centro de la vida comercial y política de Boston, algunos de los hechos más importantes que llevaron a la revolución ocurrieron en este edificio, Samuel Adams se resistió a los impuestos de los ingleses sin representación por parte de los americanos. A sus puertas se perpetró la llamada " Masacre de Boston " de 1770 en la que murieron cinco patriotas e hizo que la gente se pusiese en contra de las autoridades británicas.

Siguiendo el trayecto marcado y empeorando el día por momentos con vientos fuertísimos vemos también el edificio de ladrillo llamado “Faneuil Hall” en donde los nuevos americanos tuvieron una serie de reuniones en contra de los impuestos ingleses y en general de toda la normativa inglesa estableciendo los principios que llevarían a la revolución. Para terminar ya atardecido llegamos al barrio italiano donde está la casa de Paul Revere, casa de madera que data de 1680 y se mantiene en buen estado y que Paul Revere compró en 1770 cuando contaba con treinta y cinco años de edad. Participó en el Boston Tea Party que junto a otros patriotas planeó en una taberna cercana, tuvo dos esposas y dieciséis hijos. Con la primera esposa tuvo ocho hijos y cuando esta murió en uno de sus partos se volvió a casar teniendo otros ocho hijos con la segunda esposa.

El barrio italiano está lleno de turistas y de todo tipo de restaurantes, tomamos primero una copa de vino en la barra de un bar para descansar después de andar todo el día y decidimos al azar entrando en un restaurante italiano, confortable y tranquilo. Llevamos sin comer desde la noche anterior y decidimos compartir un antipasto o entremés de berenjena con tomate, unos calamares fritos y de plato principal Carol elige regatonee con langosta y por mi parte una sencilla pasta al ajo y aceite de oliva. Hace algo de frío cuando salimos a la calle, volvemos al hotel en taxi y nos quedamos un rato charlando en el bar.

8.10.09

BOSTON

El día amanece soleado pero de nuevo muy ventoso, se prevén lluvias para el día siguiente por lo que decidimos completar hoy la visita del "Freedom Trail" y dejar los museos para mañana.

Nos dirigimos a los muelles en taxi y pasamos los controles de la base naval donde está anclado el "Constitution". Este barco es el buque de guerra más antiguo, botado en 1797, que continúa como parte de la Armada de los Estados Unidos. Los primeros nueve años de existencia de los Estados Unidos como país dependía económicamente del comercio marítimo, los comerciantes americanos viajaban por todos los mares en busca de negocio pero especialmente en el mediterráneo sufrían los ataques de los piratas del norte de África que sabían que el joven país no disponía de una armada para defenderlos. El veintisiete de Marzo de 1794 el Congreso aprobó una ley para la creación de la Armada de los Estados Unidos.

El USS Constitution fue diseñado para enfrentarse a enemigos de más o menos su misma tamaño y con la suficiente velocidad para escapar de fragatas más fuertes. Fue construido en Boston y los diferentes tipos de madera usados vinieron de varios estados desde Maine hasta Carolina del Sur y Georgia. Rhode Island construyó el velamen y New Jersey proveyó la quilla y las balas de cañón. Las velas, anclas y cureñas vinieron de Massachussets. Paul Revere, bostoniano, hizo las estacas y el forro de cobre.

En 1798 los barcos franceses causaron problemas al comercio americano. Se cancelaron los tratados con Francia aunque no se llegó a la guerra abierta con ellos. Los barcos americanos patrullaban la costa del este y las Indias Occidentales. Marruecos, Argelia, Túnez y Trípoli pedían impuestos por navegar las aguas cercanas y si no se les pagaba capturaban los barcos y convertían a los marineros en esclavos. Estados Unidos había pagado más de un millón de dólares al sultán de Argelia, sin embargo el jefe de Trípoli se ofendió por no recibir más dinero y declaró la guerra a los Estados Unidos el 10 de Mayo de 1801.

En 1803 el Constitution junto a otros barcos bloqueó el puerto de Trípoli bombardeando los fuertes y buques. Entre tanto el Constitution se fue a Malta y luego a Lisboa para ser reparado y para reclutar más marineros. Volvió a Trípoli y en 1805 se firmó el tratado de paz finalizando los impuestos y liberando a los cautivos norteamericanos.

En el año 1812, durante la guerra entre Inglaterra y los Estados Unidos, el Constitution obtuvo su reputación como buque invencible en contra de la Armada Real Inglesa.

La flota americana se componía de diecisiete buques de guerra contra más de mil buques de Gran Bretaña. Los oficiales navales ingleses se burlaban con desdén de los buques norteamericanos comentando que eran torpes y demasiado pesados para maniobras rápidas.

El dos de Agosto el Constitution zarpó a la costa de nueva Escocia hasta el cabo Race. El diecinueve avistó una vela, descubrió que era el HMS Guerriere, la fragata inglesa de 38 cañones que le había perseguido el mes anterior, mientras que el Constitution todavía estaba a popa, los ingleses comenzaron a disparar. Los artilleros esperaban la orden para hacer lo propio. Cuando los buques estaban de través el Capitán Hull dio la orden y una cortina de fuego fue lanzada contra el Guerriere. Decían que los cañonazos de los ingleses no causaban daño en el Constitución y uno de los marinos gritó que los costados estaban hechos de hierro. De ahí surgió el apodo de "Old Ironsides".

Después de una intensa batalla que sólo duró treinta y cinco minutos el Guerriere se rindió. Fue una victoria fundamental que hizo de los Estados Unidos una potencia de primera clase y sirvió para renovar el espíritu nacional.

A mediodía comemos un bocadillo en la misma base, visitamos un acorazado de la Segunda Guerra Mundial así como el museo. Volvemos al centro siguiendo la línea roja de ladrillos, visitamos el cementerio “Copp´s Hill Burying Ground”, al fondo la colina con el monumento que recuerda la batalla de “Bunker Hill” y la iglesia “Old North Church” famosa por las linternas que alumbraron en Abril de 1775 para alertar a los patriotas en Charlestown de la partida de los británicos en camino para atacar a los revolucionarios.

Volvemos a cenar al restaurante del primer día cerca del hotel, tomamos un crabcake de aperitivo que resulta excelente y de entrada Carol pez espada al grill y por mi parte un clamchowder. De nuevo pasamos un buen rato en el bar del hotel hasta que decidimos ir a dormir.

9.10.09

BOSTON

Nublado. Salimos a mediodía cuando para de llover. Tomamos un café para despejarnos y comienza a llover de nuevo, caminamos hasta el “The Museum of Fine Arts”. Es un día muy apropiado para pasarlo en su interior. Como datos generales se puede decir que es el mayor museo de arte de New England y uno de los cinco más grandes del país con una colección permanente de unos 450.000 objetos de arte: arte de Asia, Oceanía y Africa, de las Américas y de Europa, del mundo antiguo y contemporáneo, textiles, dibujos, fotografías, instrumentos musicales…particularmente me detengo en algún cuadro de Francois Boucher, Gustave Doré, Raphael o Lucas Cranach.

Alguno de Botticelli, Fray Angélico, Tiziano, Canaletto, Tiépolo, Rubéns, Van Dyck o españoles como Zurbarán, Goya, Velázquez o Picaso. Pero sobre todo me interesa ver el arte de los pintores estadounidenses como Copley, Gilbert Stuart, Robert Salmon o artistas de final del siglo diecinueve como Wlliam Morris Hunt, Winslow Homer o John Singer Sargent, la escuela bostoniana con Edmund Tarbell, Frank Benson y ya en el siglo veinte pintores como John Sloan, George Bellows, Joseph Stella o Edward Hopper.

Hay una muestra exquisita de muebles de diferentes períodos destacando los artistas californianos de principios del siglo veinte que se inspiraron el los trabajos en madera japoneses y el genuino art-deco americano.

Anochece cuando salimos del museo, llueve con intensidad pero tenemos suerte en encontrar un taxi a la puerta del museo. Vamos a Chinatown a cenar, mucho tráfico, lo que podemos ver de Chinatown nos decepciona, entramos a cenar en un restaurante familiar, la comida es muy corriente pero pasamos un buen rato charlando y descansando de un largo día.

10.10.09

BOSTON

Amanece desapacible, viento y nubes de lluvia pero la temperatura es buena. Vamos en el metro al “John F. Kennedy, Presidential Library and Museum”.

Para los que hemos pasado los sesenta años de edad aquellos años sesenta han quedado en nuestro recuerdo como un período muy especial en el que nuestra generación empezaba a intuir el mundo en un ambiente de grandes cambios y convulsiones sociales que fueron el principio de una nueva forma de ver la sociedad, las relaciones entre países y sobre todo el cambio drástico en los usos sociales que se abriría como una crisálida a principio de los años setenta. Aunque todos aquellos hechos afectaron directamente a la sociedad estadounidense con una furia no conocida hasta entonces, la onda expansiva que produjo llegó a todos los rincones del mundo afectando de una u otra forma a todas las sociedades del planeta.

El museo es un recordatorio para los mayores y parte de la historia que los más jóvenes no vivieron y pueden recrear desde la convención demócrata en Los Ángeles de Julio de 1960 en la que el partido eligió al Senador John F. Kennedy para luchar por la 35 presidencia de los Estados Unidos, el seguimiento de la campaña con su opositor el Vicepresidente Richard Nixon, itinerarios, fotografías, documentos, el debate entre Kennedy y Nixon y el resultado de las elecciones muy ajustadas narrado por Walter Cronkite en la noche del ocho de Noviembre de 1960.

El veinte de Enero de 1961 John F. Kennedy se convirtió, a la edad de cuarenta y tres años, en el presidente más joven y el primer católico en llegar a la Casa Blanca. Cambió el estilo presidencial hablando en conferencias televisadas y en 1961 estableció el Peace Corps pidiendo voluntarios americanos para ir al tercer mundo a fin de mejorar el nivel de vida y dar a conocer al pueblo americano.

Asimismo el Presidente Kennedy se interesó en la mejora de los ciudadanos con deficiencias mentales estableciendo reformas políticas y llevando el tema a la sociedad para crear instituciones al respecto.

No cabe duda de que la carrera espacial es el legado mayor del presidente poniendo un hombre en la luna y desarrollando los programas espaciales de la NASA que con etapas brillantes y otras oscurecidas por accidentes y un cierto olvido del público sigue sin embargo trabajando en proyectos científicos y explorando más allá en los confines del espacio.

La llamada "Crisis cubana de los misiles" fue el momento más peligroso de la guerra fría y el más cercano a una confrontación nuclear con Rusia. Estos acontecimientos de Octubre de 1962 se resolvieron finalmente con la retirada de las cabezas atómicas del territorio cubano, pero el mundo estuvo en el punto más cercano a una destrucción de inimaginables consecuencias.

La vida de la familia Kennedy con su poder político y sus influencias estuvo sin embargo inmersa en la tragedia, como todos sabemos el presidente fue asesinado el veintidós de Noviembre de 1963 y también su hermano Robert que luchó junto a su hermano contra la segregación racial y el crimen organizado. Nunca se llegó a saber del todo que fuerzas sociales y políticas contribuyeron a la destrucción de la familia Kennedy pero el hecho es que junto al apoyo y la solidaridad de gran parte de la población también tuvieron detractores cuyo rechazo y odio acabó con sus vidas.

Al salir del museo hace frío y mucho viento, tenemos que esperar un largo rato hasta que llega el autobús que nos lleva a la entrada del metro. Volvemos al centro y descubrimos con alegría la estructura de un mercado antiguo. Pero al entrar nos damos cuenta de que no se trata de un mercado tradicional sino de una serie de concesiones o franquicias de grandes empresas, muchas de ellas multinacionales, que ofrecen todo tipo de comida basura, al menos yo le llamo así, a la que tan pronto se han acomodado las nuevas generaciones: pizzas, fritos de todo tipo con coberturas de maíz y harina, salchichas, más fritos rellenos de cremas, pasta industrial, en fin una infinidad de opciones que entran por los ojos pero que bajo mi modesta opinión deberían de estar prohibidas.

La noche anterior vimos en la habitación la película "Food Inc." Que es muy similar al libro y película que salió ya hace algunos años llamada "Fast Food Nation". En ambas se habla del trato que reciben los animales en las factorías que forman conglomerados a nivel nacional, que han absorbido a todos los pequeños granjeros que cultivaban sus productos en pequeñas cantidades, sin el uso masivo de pesticidas, que tenían sus gallineros abiertos a la vida natural y el ganado pastando en el campo, comiendo hierba que es su fuente de alimentación original. Estas grandes multinacionales de ahora alimentan al ganado con maíz que se metaboliza en sus organismos, no salen al campo y permanecen en recintos sucios y hacinados, por otro lado a los pollos se les somete a variantes hormonales que les hace crecer con pechugas mucho más grandes de lo normal para satisfacer los mercados del consumo de pollo. Muchos de estos animales no pueden sostenerse de pie por el excesivo y antinatural peso y mueren infartados y tienen que tirarlos a cientos a la basura.

El uso del maíz en toda la industria alimenticia, no hay prácticamente ningún producto que se libre de alguna variante extraída del maíz: helados, patatas fritas, pizzas, carne, pollo, la inmensa mayoría de los productos congelados, etc. etc.…hace que la enfermedad de la diabetes sea mucho más frecuente que en el pasado. En esta película decían que hace veinte años uno de cada diez americanos tendría diabetes en la madurez. Ahora dicen que en las generaciones nacidas a partir del año dos mil, una de cada dos personas generará propensión a la diabetes antes de los veinte años.

No hay que ser un gran experto, ni poseer conocimientos muy avanzados, solamente con observar el día a día de los actuales hábitos en la comida: productos preparados industrialmente, excesivo consumo de carnes, falta de hortalizas en la dieta, falta de tiempo, consumo de un mundo infinito de chucherías y comidas prefabricadas frente a la forma de comer del pasado donde quizás el ser más pobres nos ayudaba dietéticamente. Se consumían legumbres, verduras y frutas que ahora se rechazan desde la infancia sin que los padres se tomen mayor interés en inculcar buenos hábitos a sus hijos quizás por falta de cultura, de tiempo, por la manipulación de los anuncios o la moda.

El mercado está lleno y prácticamente es imposible andar, el público es muy joven, algunos con un fuerte sobrepeso, muchos de ellos devoran ávidamente todos estos productos que les atrae desde las vitrinas de cristal con sus empleados con uniformes y gorros de colores. Salimos de allí lo antes posible y nos vamos a cenar a nuestro ya conocido restaurante "Skipjack" un trozo de pescado y una sopa.

11.10.09

MASSACHUSETTS - NEW HAMPSHIRE

Hace un día despejado pero continúa el fuerte viento de los días anteriores. Vamos en taxi al aeropuerto donde recogemos el coche que hemos alquilado para el resto del viaje. Comenzamos a viajar hacia el norte entre un denso tráfico porque es el puente de Cristobal Colón. Paramos al mediodía en una parada de carretera junto a un pequeño y recoleto pueblo, tomamos una tortilla y hacemos las primeras fotos del otoño de Nueva Inglaterra con sus llamaradas de color rojo y amarillo dominando todo el paisaje. Las casas comienzan a lucir sus adornos de Halloween, las calabazas se apilan sobre una pradera donde la gente acude para elegir con los niños las que adornarán las casas este año.

Conducimos el resto del día por la carretera número uno pasando de Massachusetts a New Hampshire intuyendo el mar a nuestra derecha pero escapándose a la vista, solo de vez en cuando vemos la raya azul en el horizonte confundida con un cielo mas difuminado. Atardece y buscamos un motel para pasar la noche. Hay cientos de ellos, nunca he visto tantos en ninguno de los estados que he visitado. Elegimos uno que se oculta entre un pequeño bosque y en el que a esta hora de la tarde no ha llegado todavía casi nadie, la habitación es cómoda y conveniente para cargar y descargar el equipaje desde el coche. Hay un restaurante justo al lado y cenamos en él charlando y relajándonos durante un buen rato.

12.10.09

MAINE - ACADIA NATIONAL PARK

Hoy es un día de conducir mucho, hace muy buen tiempo, el tráfico sigue siendo muy intenso por el puente de Columbus Day. Maine es uno de los lugares más espectaculares de los Estados Unidos, sus cientos de kilómetros de costa, sus ensenadas, puertos naturales, bahías, parques naturales y en el interior bosques profundos, montañas, ríos y lagos hacen de este estado un paraíso de la naturaleza. Nada de esto escapó a los intereses de los primeros colonos de esta tierra y en consecuencia entre 1675 y 1748 hubo cuatro guerras sangrientas entre los británicos y los franco-canadienses y después entre los británicos y los revolucionarios americanos.

Atravesando Maine, entre sus bosques aún intactos hay salpicadas reliquias del pasado, preciosas casas coloniales, museos marítimos, mansiones de viejos lobos de mar que hicieron su fortuna navegando por el mundo entero, faros que salpican la costa y hablan de un tiempo en el que las comunicaciones eran muy primitivas y por tanto revestidas de un romanticismo impensable en nuestros días.

Al atardecer llegamos a la zona del parque Acadia, al pueblo de Bar Harbor en Trenton, salpicado de pequeñas islas, toda la región tiene la fama merecida de ser el habitat de las mejores langostas del mundo.

Bar Harbor es el mayor centro turístico de la zona, con infinidad de hoteles, moteles, bares y restaurantes que atrae cinco millones de turistas al año. En otro tiempo más tranquilo fue un paraíso reservado para los muy ricos como los Vanderbilts o los Astors y artistas como Thomas Cole y Frederic Church.

Nos quedamos en un motel a orilla del agua y vamos al pueblo a cenar. La langosta es la especialidad y a buen precio, compartimos un crabcake seguido de un plato de linguini con langosta.

13.10.09

ACADIA NATIONAL PARK

Amanece lloviendo y muy encapotado. Decidimos ir al parque de todas formas, hacemos algunas fotos aunque la lluvia es fuerte y no es aconsejable sacar las cámaras. Por otro lado muchas zonas están cubiertas de niebla y hace frío. Pero disfrutamos de los árboles en sus diversas tonalidades y de la bahía gris con sus islas salpicadas entre la niebla. Volvemos al pequeño puerto, entre la lluvia que no para y que ha terminado el puente de Columbus Day no se ve a nadie, encontramos un restaurante abierto y semivacío, un par de parejas que comen apaciblemente nos recomienden el guiso de langosta. Naturalmente les tomamos la palabra y resulta ser una especie de sopa con base de leche y trozos de langosta que está sencillamente exquisita. El local es acogedor, con música de los años setenta y algunos adornos de Halloween. Pasamos un buen rato viendo como cae la lluvia en el exterior hasta que decidimos hacer un recorrido por la playa y en vista de que el día está metido en agua volvemos a la habitación y echamos una siesta.

14.10.09

ACADIA NATIONAL PARK

Hoy ha amanecido con buen tiempo, frío, bastante frío y algo nublado. Pero se pueden hacer buenas fotos del bosque, circular por las antiguas carreteras que cruzan el parque en un recorrido de cuarenta y tres kilómetros con varios puentes de piedra que recuerdan más los caminos romanos de la vieja Europa. Tenemos la ocasión de ver en detalle la flora fresca y limpia por las lluvias del día anterior y llegamos a la playa de arena en la que se pueden dar largos paseos y disfrutar con la contemplación de las aguas que no sumergirse en ellas por su frialdad que raramente alcanza los quince grados centígrados. Desde la cima las vistas se prolongan hacia alta mar y el paisaje más cercano nos deslumbra con oleadas de árboles en rojo, ocre, verde y amarillo que se extienden y cubren por completo el parque.

A media tarde tomamos unas cervezas de calabaza en el pueblo y nos retiramos a leer a la habitación. El turismo, aun siendo una actividad que se acomete con agrado, necesita también de sus períodos de descanso y reflexión sobre toda la información que acumulamos y que toma un tiempo en asimilarse y formar una imagen global de nuestros descubrimientos.

15.10.09

ACADIA NATIONAL PARK

Sigue el buen tiempo pero muy frío, nos dirigimos a la otra mitad del parque Acadia mucho menos visitada por los turistas. Muy a menudo vemos casas en venta, no cabe duda de que el último mazazo de la economía ha afectado a esta región cuyo medio de vida se sostiene en la pesca de la langosta y el turismo.

Rodamos por el parque sin prácticamente cruzarnos con nadie, paramos al borde del camino en un paisaje de grandes formaciones rocosas de granito rosa que se desbordan sobre el mar a comer un par de sándwiches dentro del coche, mas que nada por protegernos un poco del frío exterior, es una pena no poder sentarse tranquilamente en medio de la naturaleza pero las temperaturas están muy bajas y el cielo va tomando ese tono característico que barrunta una posible nevada.

Por la tarde conducimos hacia el sur después de atravesar Bangor, Augusta y seguir durante toda la tarde. Pasado Lewiston nos detenemos en un motel de carretera en Auburn. Por las grandes carreteras es bien sabido que no se puede ver nada y hay que mantener una concentración constante en el tráfico que va por delante y el que empuja por detrás, además de vigilar constantemente a izquierda y derecha para controlar los cinco o seis carriles que discurren en paralelo con el que ocupamos y tratar de mantener la velocidad y controlar las posibles maniobras del río de tráfico que fluye con nosotros.

El motel sólo tiene seis habitaciones y lo regentan un matrimonio que al jubilarse vio la oportunidad de comprar el motel e iniciar una nueva vida bastante lejos de su lugar de origen, Fénix - Arizona. Nos recomiendan un restaurante cercano "Rolando´s" y allí vamos a cenar: sopa de cebolla y lingüini con langosta.

16.10.09

NEW HAMPSHIRE – WHITE MOUNTAIN NATIONAL FOREST

Hoy abandonamos Maine para cruzar a New Hampshire y visitar el “White Mountain National Forest”. Lo primero que me llama la atención al ver las matrículas de los automóviles de New Hampshire es la frase que dice "Live Free or Die". Cada estado tiene a gala poner en sus placas una frase que resuma las virtudes de esa tierra, esta de New Hampshire es muy particular.

Seis meses antes de que se firmara la Declaración de Independencia el cuatro de Julio de 1776, New Hampshire fue el primer estado en proclamar su separación de Gran Bretaña, lo que expresa su determinación y el espíritu individualista de sus habitantes.

La parte norte del estado se conserva en estado salvaje, cruzada por el poderoso río Connecticut y los picos de las “White Mountains”. Es un lugar privilegiado para alpinistas, pescadores, campistas y cualquier actividad deportiva tanto de verano como de invierno. Incluso la zona industrial del Merrimack Valley es predominantemente rural, a media hora de los núcleos comerciales de Concord y Manchester el paisaje cambia y se vuelve a la tranquilidad de las granjas y las carreteras comarcales.

Conducimos durante todo el día circulando por pequeños pueblos con una única calle principal donde se concentra todo el comercio local, un par de restaurantes, alguna tienda de, casi siempre, pretendidas antigüedades, la ferretería, muy importante y por las que sentimos de siempre una gran atracción. Después de comer algo en un pequeño restaurante entramos en una de ellas en las que se reúnen todas esas cosas que son esenciales en el campo incluyendo palas para la nieve, estufas, todo lo necesario para pescar y cazar, zapatos, ponchos, botas de montaña, cafeteras primitivas de metal jaspeado con tazas a juego, cuchillos de monte…un paraíso de objetos que son casi siempre esenciales y nunca inútiles.

Por la tarde, después de dar tumbos por valles y colinas avistamos como un espejismo asentado en el valle el magnífico edificio blanco con el contraste de sus tejados rojos del “Mount Washington Hotel and Resort”. El edificio construído en estilo renacimiento español fue el lugar donde se celebró en 1944 la conferencia de las Naciones Unidas sobre materia monetaria y financiera que asentó el precio del patrón oro y eligió el dólar americano como moneda internacional de cambio.

Carol pretende que nos quedemos esta noche a dormir en este hotel y entramos en su enorme vestíbulo con intención de preguntar sobre la disponibilidad de habitaciones. Después de un día tranquilo por carreteras casi desiertas me sorprende ver tal cantidad de gente, de mozos llevando maletas, de grupos asistiendo a conferencias, un incesante ir y venir de clientes y empleados, de camareros yendo y viniendo con bandejas de bebidas y teléfonos móviles sonando incesantemente.

Carol me comunica con tristeza que no quedan habitaciones y yo le hago ver que no tiene importancia, alegrándome profundamente de salir a toda prisa de esa casa de locos. Su intención es desde luego agradarme pero se consuela enseguida porque sabe que los grandes hoteles, como todo lo que signifique movimiento de porteros, empleados y atenciones múltiples me pone muy nervioso y aunque la vida me ha deparado unas cuantas ocasiones de degustar esos ambientes nunca he logrado disfrutarlos plenamente sintiéndome siempre mucho más inclinado por los pequeños moteles tranquilos donde sentirse relajado y echar una parrafada con cualquiera que pase si acaso se tercia.

Mis deseos se cumplen encontrando un pequeño y vacío motel de carretera, cómodo y muy tranquilo en donde descansamos después de pasarnos por un bar donde tomamos una pizza y unas cervezas.

17.10.09

MOUNT WASHINGTON – BARRE – VERMONT

Hoy subimos al “Mount Washington”, hace frío pero el día está despejado y con sol. Subimos en un pequeño tren de cremallera que empezó a llevar turistas y excursionistas en 1869, el trenillo ha sufrido una serie de incidencias a lo largo de su vida pasando de mano en mano, consiste en un vagón de pasajeros empujado primero por una maquinilla de vapor y actualmente por una que funciona con biodiesel. El recorrido es de un poco más de cinco kilómetros pero con rampas del treinta y siete por ciento. En la cumbre hay un refugio de montaña “Sherman Adams” desde donde se ve una magnífica vista y se puede tomar un descanso y algún refrigerio. El recorrido completo nos lleva unas tres horas y merece la pena.

Por la tarde continuamos camino hasta llegar ya ocultándose el sol al pueblo de Barre donde pasamos la noche. Salimos a tomar de nuevo una pizza porque las opciones son más bien escasas, todas las pizzas que hemos comido hasta ahora han resultado muy buenas pero no queremos acostumbrarnos, es muy fácil caer en la inercia de la comida basura.

Barre es un lugar mortecino, de noche las calles permanecen solitarias y poco iluminadas, durante más de un siglo la economía local ha girado alrededor de las canteras de granito, a finales del siglo diecinueve y principios del veinte recibió inmigrantes europeos, sobre todo italianos, portugueses y algunos españoles, al parecer las canteras de Barre son unas de las mayores del mundo. Muchos de estos inmigrantes conseguían reunir, trabajando en el granito, el suficiente dinero para abrir tiendas y extender el comercio estableciéndose definitivamente en la zona.

18.10.09 - 19.10.09

PORTSMOUTH

Salimos de Barre bajo un cielo plomizo, gris, hace bastante frío y no encontramos donde tomar un buen café, bien es verdad que toda la zona está bajo la influencia de la marca “Dunkin´Donuts” que como su propio nombre indica se especializa en rosquillas, café y otras bebidas. Pero tenemos de siempre el acuerdo tácito de no entrar en ese tipo de locales si podemos evitarlo y decidimos meternos en la carretera con la vista puesta en algún local tradicional.

Hoy estaremos todo el día en la autopista, nuestro objetivo es llegar hasta Portsmouth de nuevo en New Hampshire. Después de una media hora de conducción vemos a través del río a nuestra derecha la ciudad de Montpelier y decidimos ir al centro. Nos alegramos de nuestra decisión porque es una ciudad muy agradable, de edificios de ladrillo rojo y parques bien cuidados, vemos el capitolio y callejeamos un poco hasta encontrar un café donde tomamos uno de los mejores cafés del viaje acompañado por una magdalena de arándanos que nos reconforta de una mañana muy fría y gris. El local es confortable, con iluminación baja, poco agresiva y buena música, sin pantallas de televisión ni anuncios que distorsionen tus pensamientos, en el que la gente no tiene prisa, lee, charla, trabaja en el ordenador portátil o mira con indolencia a través de la ventana mientras toma pequeños sorbos de un café aromático y muy caliente, reconfortante y que inunda de buenas vibraciones.

Es una pena que este tipo de locales, como tantas otras cosas, vayan desapareciendo para ser sustituidos por esas cadenas en este caso Dunkin´Donuts con la misma filosofía de tubos de neón, plástico, carteles de colores y jovencitos mal pagados con ridículos uniformes como todas las que cubren la nación con sus hamburguesas, helados, pizzas, pasta, tacos, sándwiches y bocadillos.

Volvemos a la carretera para hace una segunda parada en Waterbury donde se encuentra la fábrica de helados de los famosos Ben and Jerry. No me voy a extender sobre esta visita. Sólo hacer algún pequeño comentario: el primero es que te cobran por echar un vistazo a las instalaciones cuando es todo propaganda y debería, en mi opinión, ser gratis; la visita por otro lado resulta patética. En cuanto a la historia de Ben y Jerry no cabe duda de que lucharon por levantar su negocio teniendo en cuenta los factores sociales y el respeto al medio ambiente. Hoy la compañía ya no es independiente y está en manos del gran conglomerado internacional de Unilever. En cuanto a los helados hay que decir que son de muy buena calidad y a mi particularmente me gusta el llamado “Cherry García” en honor del famoso líder de la magnífica banda “Grateful Dead”.

Atravesamos Waitsfield, Warren, Stockbridge, Lebanon y seguimos bajando hasta Manchester para continuar a North Hampton y subir a Portsmouth. En las primeras horas de la tarde en la autopista comienza a caer aguanieve que pronto se convierte en gruesos copos, la visibilidad no es muy buena pero el tráfico marcha compacto y muy deprisa, el cielo se oscurece por momentos y tenemos que poner gran atención a la carretera.

Llegamos ya anochecido a Portsmouth y tenemos suerte en encontrar una habitación libre para dos noches en un motel limpio, cuidado, con Wifi, café y desayuno incluido. De nuevo comemos una pizza en un bar cercano. Sigue nevando fuerte y nos volvemos a la habitación, hoy necesitamos un buen descanso.

Amanece azul, soleado, la tormenta ha pasado y el frío del día anterior se ha convertido en una temperatura agradable de otoño, casi calurosa. Nos vamos al centro de la ciudad y en busca de tres objetivos: ver los muelles, el museo marítimo y el “Strawbery Banke”. No es fácil encontrar el centro y nos perdemos por las calles de Portsmouth pero finalmente llegamos hasta el agua, aparcamos y vamos a andar por la orilla a lo largo de un paseo encantador desde el que observamos el puente levadizo y los múltiples barquitos que flotan en la bahía. Cuando llegaron los primeros pioneros en 1623 le dieron el nombre de “Strawbery Banke” por todas las fresas que había en los bancales del río Piscataqua, en 1653 se cambió el nombre para reflejar la importancia del puerto que unía comercialmente toda la actividad marítima entre Gran Bretaña y las indias Occidentales. Durante la revolución fue una de las ciudades mas patriotas y el lugar donde John Paul Jones construyó su barco de guerra “Ranger”.

Recorremos el centro andando por calles que recuerdan la vieja Inglaterra de los siglos diecisiete, dieciocho y diecinueve, edificios históricos, mansiones de ricos capitanes que hicieron sus fortunas en el mar, museos y parques muy bien cuidados, tiendas y restaurantes. Aunque la temperatura es baja mucha gente al calor de los rayos del sol del mediodía se sienta a charlar en los veladores de las aceras, la cerveza es especialmente buena y se prepara localmente en microcerveceras.

Nos acercamos al museo marítimo, un pequeño edificio bien cuidado en el que se ha conservado una muestra de la vida local y sobre todo de su proyección hacia el mar. Naufragios, testimonios de la espera de las familias mientras sus seres queridos pasaban meses en el mar y el único consuelo era salir a los muelles y esperar ver el barco emergiendo de la línea de altamar. Cartas de navegación, mapas y objetos diversos que siempre tienen interés. Y una mención a Richard Henry Dana que pasó dos años en el mar saliendo de Boston, atravesando el Cabo de Hornos y subiendo hasta California. De ese viaje Dana escribió su magnífico libro “Two Years Before de Mast” del que Carol me compra una copia en la pequeña tienda del museo aunque tenemos una edición de finales del siglo diecinueve que ambos hemos leído un par de veces.

Volvemos al centro parando a tomar una buena cerveza local y un bocadillo en un bar cómodo y tranquilo para luego acercarnos al museo “Strawbery Banke”.

El gran acierto de este museo es la feliz idea de decidir conservar treinta y dos casas en su lugar de asentamiento y construcción y preservarlas para la posteridad convirtiendo la zona en museo. Así mismo se han transportado al lugar otras casas situadas en diferentes zonas y que fueron así rescatadas de su demolición. Todas las casas están abiertas al público excepto las que en ese momento estén en período de restauración. Deambulando por las calles, entre los árboles, entrando en sus jardines, subiendo a sus habitaciones, explorando las cocinas, se percibe otra época, otra forma de vivir plasmada en los muebles, cerámicas, textiles, objetos de vidrio, herramientas y obras de arte que fue el decorado del tiempo en el que vivieron aquellas familias de las que también quedan muchos e interesantes testimonios.

Un gran acierto, una gran visita, un museo original que deja un regusto de nostalgia por los tiempos pasados, por los quehaceres, ambiciones y esperanzas del ser humano que inevitablemente pasa pero deja una estela detrás de él que le sobrevive. Al menos durante un tiempo.

20.10.09 – 21.10.09

CAMBRIDGE – HARVARD UNIVERSITY

Llegamos anochecido a Cambridge, quizás por la cercanía a Boston el tráfico es enorme, a izquierda y derecha solo vemos grandes supermercados y cadenas de comida rápida. Llegamos al hotel Best Western donde nos dan una habitación que rechazamos por su mal olor. Ya en otra que reúne todas las condiciones de habitabilidad decidimos sin dar tiempo a relajarnos salir a cenar algo. Vamos andando al otro lado del puente en el que el tráfico está completamente parado. Encontramos nuevamente la opción menos rechazable de la pizza que al menos nos aleja de los fritos y las hamburguesas. Volvemos por el mismo puente en el que el tráfico no se mueve un milímetro.

Por la mañana caminamos desde el hotel hacia el centro de Cambridge y el Campus de Harvard. Es un paseo agradable entre hileras de viejos árboles que ya van dejando una alfombra de hojas rojas y amarillas sobre las aceras.

Hace calor, en Harvard Square se apilan todo tipo de negocios con una marcada tendencia hacia las necesidades de la población estudiantil, hay mucha gente, estudiantes pero sobre todo turistas que callejean y compran recuerdos, también, como en todas las zonas cerca de los campus universitarios, una cohorte de mendigos, pedigüeños, personajes extraños, vagabundos con pinta de estudiantes y estudiantes que desde luego parecen vagabundos. A Carol le apetece ver Harvard, cuna de grandes personajes; de sus aulas han salido gobernantes, capitanes de empresa, escritores, artistas, la flor y nata del saber y el progreso americano y bajo su atracción acuden muchos extranjeros de alto nivel intelectual y económico que vienen generación tras generación a revestirse de sus conocimientos y el prestigio que se le atribuye.

Entramos en un local de bocadillos y hamburguesas abarrotado de estudiantes y turistas, es un local curioso, agradable y bullanguero donde la gente habla a gritos y la comida, sencilla, es de muy buena calidad.

A nuestro lado oigo hablar a tres chicas jóvenes en el español contundente de Madrid y me vuelvo para saludarles, una de ellas estudia en la universidad y las otras dos son amigas que han venido a visitarla. La jovencita que estudia en Harvard me dice que no le gusta estar allí, y en verdad pone cara de no gustarle. La deseamos suerte y nos vamos a visitar el recinto universitario.

El recinto universitario tiene ahora más de cuatrocientos edificios incluyendo varios museos pero el corazón de Harvard, el “Harvard Yard” sigue siendo el corazón de la universidad con sus edificios de ladrillo rojo, sus extensiones de hierba y sus majestuosos árboles a lo largo de sus largos senderos que conducen a los edificios algunos de ellos tan antiguos como la fundación de la universidad en 1636.

Terminamos la visita con el “Fogg Art Museum” y el cansancio acumulado justifica que volvamos al hotel en taxi entre una intensa marea de tráfico. Como tenemos un supermercado “Trader Joe´s” al lado decidimos comprar comida preparada y un par de botellas de champán para cenar y brindar en la habitación por el final de esta jornada de vacación.

Por la mañana volvemos al aeropuerto, entregamos el automóvil y embarcamos de vuelta a San Francisco.

San Francisco, 7 de Noviembre de 2009